VIOLENCIA DOMESTICA ENTRE LESBIANAS
Por Cecilia Navarro
(FEMPRESS) De acuerdo con cifras no oficiales, en una de cada cuatro parejas de mujeres se presentan situaciones de violencia doméstica. Como entre las parejas heterosexuales, la violencia puede ser física, sexual o psicológica.
En el caso particular de México, muchos de los casos de violencia entre parejas de mujeres se presentan por razones relacionadas con el entorno social: la crisis económica impone, quiérase o no, relaciones de dependencia y poder. Otros motivos por los que se presenta la violencia entre mujeres son el nivel académico distinto, el alcoholismo o la adicción, la religión, la pérdida gradual de individualidad y el grado distinto de «desclosetamiento» (asumir o no públicamente el ser gay) de cada una de las personas involucradas en la relación.
Para Jill Falk, investigadora de Mujeres Trabajadoras Unidas A.C., y coordinadora de un proyecto para apoyar a las lesbianas con problemas intradomésticos, «la violencia doméstica es cualquier comportamiento que adopta una mujer para controlarte. Esto incluye daños físicos, sexuales o psicológicos o lo que te causa vivir con miedo. La amenaza es una forma de violencia. Las agresiones y el abuso sexual son las más obvias formas de violencia... pero la violencia y el abuso psicológico muchas veces son engañosos porque son difíciles de detectar y explicar, además de que se piensa que son 'normales en una relación'».
Las organizadoras del proyecto para ayudar a lesbianas inmersas en relaciones violentas impartirán talleres sobre la violencia entre parejas en seis ciudades de México: Guadalajara, -en donde ya se realizó el primero-, Uruapan, Mérida, Monterrey, Tijuana y el Distrito Federal.
Si bien en las últimas fechas han surgido centros para apoyar a mujeres heterosexuales que son golpeadas o abusadas por sus parejas, las lesbianas suelen atravesar por esta situación prácticamente solas, asegura Jill Falk.
«Aunque existe la creencia de que las relaciones homosexuales son más inestables que las heterosexuales, también entre las mujeres se construyen relaciones de fuerte dependencia. Cuando se da una relación violenta entre dos mujeres, sin embargo, hablarlo es mucho más complicado que cuando eso sucede en una pareja heterosexual».
Jill Falk explica que la idea del viejo feminismo de que las mujeres no son violentas, y la creencia lesbiana de que entre las chavas todo va a ser mejor porque son mujeres y «lo natural» es que no se hagan daño y todo sea parejo, impide a muchas parejas inmersas en una dinámica de agresiones físicas o psicológicas hablarlo, aun con otras lesbianas, y hacer algo para resolverlo.
«Partimos del supuesto de que las mujeres somos tradicionalmente subordinadas y agredidas por la sociedad, lo que automáticamente hace que en una relación de pareja entre mujeres no haya violencia porque somos iguales, somos buenitas. Y pues eso no es cierto», dice Yolanda Ramírez, otra de las organizadoras del proyecto.
Para la comunidad lésbica representa una especie de traición el que una pareja de mujeres salga, al mundo heterosexual, y hable de esos problemas. «Algunas lesbianas temen que al discutir o reconocer la violencia en las parejas pueda alentar los prejuicios y la homofobia en la comunidad heterosexual y reforzar el estereotipo de que las lesbianas son enfermas y las relaciones entre personas del mismo sexo son inestables. De hecho, las víctimas muchas veces temen buscar ayuda por el temor al rechazo y a ser estigmatizadas por la comunidad heterosexual o por temor de ser rechazadas o estigmatizadas por la propia comunidad lésbica», explica Falk.
Estas son las razones principales por las que Jill Falk y Yolanda Ramírez decidieron organizar una serie de talleres para sensibilizar a las lesbianas, para dar a entender que no están solas y que hablar ayuda más a resolver el problema que hacer de cuenta que no sucede nada o que es normal.
"Durante el primer taller que se impartió (en Guadalajara) básicamente se trabajó en dos sentidos: una parte teórica: qué es el maltrato, cómo funciona el círculo de la violencia y por qué es tan difícil de romper, y los tipos de maltrato, esta última parte construida a partir de las experiencias de las participantes. Después se hicieron dinámicas para ver esas situaciones en las que se daban relaciones de poder, sobre todo a través del dinero. El dinero no es la principal causa por la que se dan relaciones de poder, pero es de las menos habladas y más palpables. Como que había que hacerlo visible porque a muchas mujeres no les gusta hablar de dinero. Fue un trabajo de reconocimiento, de visibilización, de hacer que las participantes admitieran que esto se da», explicó Yolanda Ramírez sobre el primer taller.
«Lo que más se detectó en este taller fue el maltrato psicoemocional. Hubo casos de violencia física, pero el problema de mayor rango fueron sin duda ciertas conductas, actitudes, comentarios, omisiones en las que incurrían y en las que se dejaba ver la intención de ejercer algún tipo de control. En el taller hubo gente que había estado en uno y otro roles en distintas circunstancias».
La tarea es ardua y apenas comienza. Los talleres buscan sensibilizar a la comunidad lésbica sobre el problema, lo que es apenas el principio de la solución. Superar la negación. Dejar de decir no pasa nada, somos bien buenas, todo es culpa del exterior, de la homofobia externa, por lo tanto esto carece de importancia. Era el principal objetivo y se consiguió, dicen las organizadoras. El siguiente paso es detectar cuando se está a punto de entrar a una relación de ese tipo o, bien, solicitar ayuda profesional para destrabar o romper ese círculo, pues la violencia es cíclica.
1 comentario:
Considero, que la violencia entre parejas no debe excistir, ya que uno busca una pareja para deleite, para disfrute y un compartir,hermoso y romantico. No para resolverle la vida a nadie, aceptar las personas como son amarlas y consentirse, si buscas a alguin perfecto te quedaras sin alguien que te ame y te brinde momentos hermosos de amor...
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