Psicoterapeuta Marina Casteñeda - Por Amparo Jimenez
Hasta hace 20, la homosexualidad era enfocada como una patología mental, luego, las grandes asociaciones profesionales de psiquiatría y psicología la tacharon del campo patológico y surgió la idea de que al homosexual se lo debe tratar como a cualquier otra persona. Sin duda esta es una posición bien intencionada pero creo que es errónea, porque ni el individuo homosexual, ni la pareja homosexual es similar al heterosexual. Hay diferencias profundas, a nivel individual, en su desarrollo, en la forma de relacionarse con los demás, con la pareja, con la familia, con la sociedad, con uno/a mismo/a».
Esta idea de no patología pero sí diferencia, es el concepto central a través del cual se desarrolla el libro «La Experiencia Homosexual - Para Comprender la homosexualidad desde dentro y desde fuera» de la Psicoterapeuta Marina Castañeda, recientemente publicada por Editorial Paidós, ambiciosa e innovadora aportación en la cual abarca temas que van desde la identidad homosexual, la pareja lésbica y homosexual, pasando por la homofobia internalizada, las vicisitudes del closet (encierro en el secreto se ser lesbiana u homosexual), la bisexualidad, hasta los aspectos terapéuticos con individuas/os y parejas.
Aunque el libro está referido tanto a la homosexualidad (masculina) como al lesbianismo, nuestro interés al dialogar con ella está en profundizar algunos aspectos que sobre el lesbianismo y las lesbianas la autora desarrolla en sus textos.
Marina, creo que tu libro es muy completo, muy amplio, alimenta ricamente un campo muy vacío y muy necesitado de este tipo de análisis serios, sin embargo hay algunas cosas que quisiera ampliar. Por ejemplo tu planteas a la homosexualidad y al lesbianismo con rasgos particulares, como una diferencia que hay que asumir y apreciar y a la vez planteas una suerte de necesidad de asimilación que la llegas a manejar como «madurez» y hasta la relacionas a parejas mas estables. Veo aquí algo que siento contradictorio. Incluso la idea de pareja estable me parece una necesidad de la heterosexualidad.
Creo que lo ideal es que la homosexualidad deje de ser un problema para la gente, que ya no sea una barrera, igual que el hecho de ser negro, o ser judío, o de cualquier minoría. Manteniéndose como diferencia, sí, en algunas cosas, pero no una barrera donde a un lado estamos los ´enfermos homosexuales´ y al otro los ´sanos heterosexuales´. Ese tipo de barrera es la que debemos ir desapareciendo. Yo planteo qué para el homosexual maduro, asumido, que ya vive plenamente su vida homosexual, la homosexualidad deja de ser importante. Eso no es más extraordinario que lo que le sucede con la gente heterosexual. Para los adolescentes y jóvenes heterosexuales, el sexo lo es todo y salen con gente, escogen actividades, amistades, la mayoría de sus cosas en función de preocupaciones, deseos y actividades sexuales; cuando ya maduran, la cosa sexual deja de ser tan importante y llega a ser un aspecto de la vida, no el más importante. El problema es que hay muchísimos homosexuales para quien la homosexualidad sigue siendo un conflicto interno toda su vida. Y aún muchos de los más asumidos, tienen de hecho algún conflicto interno con la homosexualidad. Eso es importante reconocerlo, es importante escuchar y trabajar esos problemas en la medida de lo posible.
Al estipular que el homosexual y la lesbiana madura se va alejando del «aislamiento» y se va integrando a la sociedad en general, veo el riesgo de que se diluyan las experiencias. Las lesbianas jóvenes están en su mayoría en el closet y en los bares, las que ya maduraron están integradas y fuera y para peor los modelos del espectáculo son en su mayoría modelos extranjeros.
Por supuesto que estamos hablando en un contexto histórico. Es un proceso histórico que tiene momentos. Evidentemente la marginación entre los homosexuales en México sigue vigente. La homofobia sigue vigente, así como el racismo también. Sin embargo creo que la situación ha mejorado para los jóvenes, de alguna manera la tienen mas fácil que los adolescentes de hace 20 años, 30 años, 50 años. Creo que es un poco menor el estigma, el prejuicio y hay más modelos. Ellos si pueden ver en la vida cultural, en la vida del espectáculo a muchos hombres homosexuales hombres y mujeres que viven públicamente su homosexualidad y que no solo no están enfermos y desgraciados, sino que son sanos, guapos, felices, exitosos, prósperos. Y eso creo que cambia todo. Hay muchos más homosexuales que viven fuera del closet con respecto a sus familias, sus vecinos, sus colegas. Todo eso si se ha abierto mucho. Y eso precisamente abre la posibilidad de una vida menos marginada. De una vida mas ´normal´.
Por otra parte el homosexual tiene -idealmente- la posibilidad, y creo el privilegio de poder vivir en dos mundos: la identidad, la pareja y las amistades gay y al mismo tiempo poder vivir la vida del resto de la sociedad. Estar a la vez adentro y afuera de la sociedad, integrarse adonde quieran. Entonces yo no creo que sea ineluctable esa marginación aislada. Creo que se puede combinar estratégicamente, cautelosamente con una integración a la sociedad en su conjunto.
Otro aspecto: tu dices en el libro, que al estar dos mujeres juntas automáticamente se «descubre la igualdad y reciprocidad desconocida anteriormente». Esto se me hace irreal, dado los temas que aún no se tocan abiertamente como son los conflictos y aún la violencia entre mujeres.
»Bueno, se ha estudiado mucho el estilo de comunicación de las mujeres y se ha encontrado que tiende a ser más igualitario, más recíproco. Una serie de patrones culturales de comunicación promueven una comunicación más fluida entre mujeres que entre dos hombres, o que entre hombre y mujer. Muchas mujeres, dentro de sus relaciones homosexuales encuentran en efecto un estilo de comunicación, una escucha, una reciprocidad bastante especial. Esta comunicación tan fluida, también tiene los riesgos que menciono en el libro, la tendencia a la fusión, casi llegar a creer en una telepatía que puede llevar a una falta de diferenciación, de individuación y que frecuentemente conlleva una declinación de deseo sexual en la pareja.
La violencia entre las mujeres, es normal en un país como el nuestro. Las mujeres lesbianas sufren dos niveles de marginación. Uno por ser mujeres, otro por ser lesbianas. Eso no facilita el hecho de ser lesbiana. Por otra parte las lesbianas en México, de alguna manera implícitamente están renunciando a una serie de apoyos que le da la sociedad mexicana a la mujer. Muchas veces, viven una situación de desprotección, de vulnerabilidad que es en efecto muy grave, y causa muchos, muchos problemas, que pueden incluir el alcoholismo, el abuso de drogas, la violencia. Claro, esos son efectos muy claros de la doble marginación que viven las lesbianas, pero no es inherente a la homosexualidad.
Donde hablas de las parejas de hombres, mencionas que son innovadoras, como modelos de los cuales inclusive se podría aprender. Esto me brinca. ¿No es esto como aceptar que el modelo masculino de sexualidad es el que tiene razón y negar que entre mujeres vivimos la sexualidad como realmente es para las mujeres en la ausencia del hombre?
Creo que hay varias capas en esto. O sea, parece ser que la sexualidad femenina sí es muy diferente de la masculina. Desde la fisiología hasta la naturaleza del deseo socializada de manera diferente, se trata de dos sexualidades diferentes. Pero también hay una dinámica de relación entre mujeres que tiene que ver con la fusión (tema inmenso y complejo; a las que les interese este tema, que lean el libro) y que lleva a que las dos mujeres se acerquen y parezcan cada vez más y eso a veces va afectando, minando el deseo y la relación sexual. Los hombres están más enfocados hacia la sexualidad, socializados para tener más relaciones sexuales, tomar la iniciativa e incluso tener prácticas sexuales más variadas que las mujeres. Mantienen una distancia crítica entre ellos y eso es importante para mantener vivo el deseo. Entonces yo creo que en efecto todos podemos aprender de estas formas de relación alternativas. Hay una gran variedad de formas de relación, que si las vemos sin juicios de valor nos pueden enseñar mucho.
Precisamente la enorme fortaleza de la pareja homosexual es que puede inventar sus propias reglas del juego. Que cada pareja pueda establecer y cultivar el tipo de relación que quiera y luego irla cambiando, adaptando y renegociando continuamente.
Este tema de la baja en la intensidad y frecuencia de las relaciones sexuales es preocupación recurrente en las parejas lésbicas con un cierto tiempo juntas.
Creo que es indispensable para la pareja lésbica desarrollar la diferencia. Contrarrestar la tendencia a la fusión, permitir que cada mujer tenga su desarrollo individual y su diferencia. Creo que esa es la única manera de mantener viva la relación sexual entre dos mujeres. Esto es lo que he observado clínicamente. No viene de ninguna teoría, sino de la observación en realidad. En cuanto más diferenciadas las mujeres, mejor va a ser su relación sexual por ende toda la relación
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