Prosigo mi camino hacia el puerto desconocido
Las mujeres del Deseo hirieron mi desnudo corazón
En la perversidad de su inquietud
Ellas han ultrajado mi calma soledad
Ellas no han respetado ni la orden ni la ley
Que yo observaba con un estricto pavor
Obedeciendo al grito de sus ácidos arrebatos
Ellas arrancaron mis tejidos más claros.
Y observando que orgullosa permanecía yo de pié
Rasgaron mis vestidos de luto.
Entrelazando para mi los lirios del valle
Las Mujeres de la Dulzura me consolaron finalmente
Ellas me devolvieron el fervor y la esperanza
Con sus ropajes, parecidos a la noche
Siento morir en mi la tristeza y el odio,
Escuchando sus voces arrulladoras y lejanas.
Viendo cernirse sobre mi el azul de días mejores,
Yo las seguiré, iré tras sus voces a otras partes.
Puesto que esas mujeres son la redención de otras,
Que días dorados y que noches divinas serán las nuestras!...
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