La tarde estaba bellísima. El solo arrojaba sus últimos rayos al cielo, tiñendo las nubes de rosa y gris.
Una leve y fresca brisa soplaba moviendo las ramas de los escasos árboles que aún sobrevivían a la sequía, trayendo aromas de fiesta, de risas de niños, incienso de iglesia y algodón de azúcar que se disfruta en una plaza.
Viajando de tan lejos llegaron alegrando mi imaginación, a través de tu voz, acompañada por el canto de los gorriones, que presurosos, se acomodaban en sus nidos antes que la oscuridad los cubriera por completo.
Y mientras te escuchaba, el ambiente se impregnó de ti….
Y viajé hasta donde estabas y te tomé de la mano, mientras me llevabas por tus calles, esas calles que te sienten al pasar y que me cuentan cuando con prisas, vas y vienes por ellas.
Y miré tus ojos de ensueño, dulces cuando lo quieres, traviesos siempre, que brillaban al relatarme las bellas tradiciones de tu lugar de origen, bendito rincón de México que guarda valioso tesoro cultura. Preciado lugar que tiene la dicha de percibir el suave toque de tus pies, de escuchar a diario tu voz de niña – mujer.
Y mientras tanto, te decía que te amo, y entornabas tus ojos, mordías tu labio inferior, me sonreías haciéndome morir de felicidad al tenerte tan cerca de mí.
A lo lejos se escuchaban animadas conversaciones acerca del clima, la política y la religión, mientras una parvada de chiquillos corría tras el vendedor de globos riendo a gritos, jugando a divertidas competencias – “Tonto el que llegue último”.
De la mano que me quedaba libre, tomé a mi consentido que parloteaba sin detenerse a pensar que probablemente ya todas las palabras que conoce se estaban agotando, de tu mano la pequeña, mientras el mayor insistía tratando de agotar tu resistencia, para que le compraras el juguete aquél que había robado su tranquilidad de niño.
Y dábamos vueltas por aquí, me contabas por allá, los niños disfrutando de alguna golosina y y yo, perdida en el profundo abismo de tus ojos, en tu risa alegre y despreocupada, en el tono inconfundible de tu voz, registrada hace tiempo en la memoria de mi alma.
Caminamos hasta tu casa, los pequeños ya dormidos en brazos de cada una, el mayor mostrando el juguete, trofeo tangible de tu poca resistencia, sus pies ya lentos, cansados, feliz…igual que yo.
Los niños en su cuarto, nosotras en la sala, reponiendo fuerzas después de esa tarde maravillosa, acompañando nuestros cuerpos, nutriendo nuestras almas de tanto amor.
Mis manos necesitan de tu piel, no hace falta preguntar. Tu respiración cerca de mí, tus labios frente a los míos, invitando a un beso anhelado toda la tarde, dicen mas que tantas frases de amor que se pudieran expresar.
A lo lejos se escucha aún el bullicio de la fiesta, que continúa sin nosotras. Alguna tonada típica, voces, y por último, el estruendo festivo de los fuegos artificiales iluminando el cielo qué, cargado de oscuras nubes, anuncia copiosa lluvia que refrescará el ambiente y lavará el adoquín de la plaza, repleto de trozos de vivencias, de disfrute, de gozo que exprime el alma de regocijo y cansancio.
Ignorándolo todo, mis labios ya saborean los tuyos, con deleite, mis manos ansiosas te despojan de tus ropas, que sólo son obstáculo para el toque perfecto de tu piel con la mía.
Mis labios dejan los tuyos para prestar atención a tu cuerpo, que se perfila desnudo contra la luz de la luna, que envidiosa, te cubre pretendiendo robarte de mi lado.
El disfrute total cuerpo con cuerpo, transcurre mas rápido de lo que desearía mi tiempo. Te tengo por un instante, y por una eternidad, percibiendo tu respiración, tu voz entrecortada por lo compartido, tu piel suave sobre la mía, tu presencia, tu alma, tu ser….
Abro mi mente a la realidad…observo que la oscuridad ya casi llega. Estoy en mi calle, los mismo árboles, los gorriones están en silencio…y tú tan lejos y tan cerca de mí…todo esto, hoy en la tarde, mientras el sol caía…
AUTORA: KARELA
1 comentario:
Me encantó! En horabuena!
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