lunes, mayo 28, 2007

La ofrenda



Para probar que más que a mí misma la amo,
le ofreceré mis ojos a la mujer que quiero.
Le diré en tono tierno, risueño y humilde:
amada mía he aquí, la ofrenda de mis ojos.
Te entregaré mis ojos que tantas cosas vieron.
Tantos crepúsculos, tanto mar, tantas rosas.
Estos ojos, míos, se posaron antaño
En el altar terrible de la antigua Eleusis,
sobre las piadosas y paganas bellezas de Sevilla,
En la interminable Arabia y en sus mil caravanas.
Vi Granada, vana prisionera de sus grandezas
Muertas entre cantares y perfumes muy densos.
Venecia que empalidece cual Dogaresa feneciendo
Y Florencia que la maestra de Dante fuera.
he visto La Hélade donde llora un eco de siringa
Y Egipto replegado frente a la gran Esfinge.
He visto cerca de las olas sordas que sosiega la noche
tupidos vergeles, orgullo en Mitilene.
He visto islas de oro en templos perfumados,
Y ese Yeddo lleno de frágiles voces de japonesas.
Al sino de los climas, las corrientes, las zonas
he visto la misma China y sus rostros dorados.
He visto islas de oro donde el aire se vuelve más dulce
Y estanques sagrados en los templos hindúes,
Templos donde persisten el pensamiento inútil
Te regalo, mi dueña, todo lo que he visto!
Y regreso trayéndote cielos grises o alegres,
A ti que te amo tanto, he aquí la ofrenda de mis ojos.

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