- No.
La repuesta de Camila fue simple y directa. Graciela la miró sorprendida…esperaba un poco mas de romanticismo o que disfrazara la realidad, la brutal sinceridad de Camila en este tema la sorprendía y al mismo tiempo le gustaba, porque era poco común y muy meritorio que no intentara hacer caer las cosas a su favor, como lo harían muchas otras. Graciela miro directamente a los ojos de Camila…no, no mentía, no podía mentir y mantener la mirada de esa forma.
- ¿O sea que siempre fue sexo?.
- Con la mayoría…en realidad, con todas el trato era sexo sin ataduras, ni compromiso, ni exigencia, ni promesas…solo con una en un momento sentí que podía ser posible algo mas. La estuve viendo casi seis meses. Teníamos un compañerismo intenso fuera de la cama, una complicidad…nos entendíamos muy bien.
- ¿Y qué pasó con ella?.
- También era casada, su esposo comenzó a sospechar que había alguien más, así que dejamos de vernos. No quiero arruinar la vida de nadie.
- Claro, muy comprensivo de tu parte.
- ¿Te burlas?.
- No, no lo hago…disculpa si sonó de esa manera, pero de verdad que no me burlaba. ¿Y qué cosa te hace ahora desear el amor de una mujer y no solo el sexo?.
- Tú. Conocerte a ti es lo que me ha hecho desear conocer el amor de una mujer mas allá de la cama.
- No me enredes Camila.
- No lo hago…estoy siendo mas sincera en estas horas contigo que en toda mi vida.
Seguía manteniendo la mirada directa de Graciela en sus ojos…decía la verdad, quizás una verdad que nunca antes había querido ver, quizás en este momento era su corazón el que hablaba, sintiendo que había encontrado a la persona con la cual llevar a la realidad ese deseo oculto.
Graciela desvió la mirada esta vez, nerviosa, alterada…su razón se negaba a dejarse envolver por esas palabras de Camila, que bien podían ser un medio para llevarla a la cama…o una verdad que Graciela no podía manejar, ella jamás podría estar con una mujer casada, aunque esta mujer le ofreciera el corazón en la mano.
- Dime que no te pasa nada conmigo, y te juro que no te molesto más, ni te llamo más. Pero mírame a los ojos y dime que no sientes nada y no te pasa nada.
- No puedo decirte que no me pasa nada sin tener que mentir, y has sido sincera conmigo, no lo mereces – respondió Graciela, viendo de nuevo a los ojos de Camila – te debo cuando menos ser sincera, tú lo has sido conmigo aún sabiendo que no estaría afín a tu visión de las cosas. Me pasan cosas contigo…pero no puedo con esto que me pasa, Camila.
- ¿Por qué?. ¿Tienes compromiso…novia, pareja?.
- No, nada de eso. Estoy libre.
- ¿Entonces?.
- Nunca podría estar con alguien sabiendo que debo dejarla ir a los brazos de otra persona…no tengo alma de cornuda consciente, no es fino lo que digo pero es lo que siento. Mucho menos puedo tolerar compartir a una mujer con un hombre, yo no sé compartir.
- Indirectamente me dices que Fabián es un cornudo.
- Pues para mi visión de las cosas, lo es.
- El es un hombre que me ama, más allá del sentido de pertenencia y desea verme feliz.
- Pues esta mujer que tienes delante tiene muy fuerte el sentido de pertenencia, y no soy tan generosa como tu esposo. Probablemente él sea mejor persona que yo, no lo sé.
- ¿Entonces?. ¿Qué hacemos?.
Se miraron a los ojos. Graciela meneo la cabeza…había sido un error ir a esa cafetería, era un error estar en esta plaza. ¿De qué servía sentir el alma revolucionada por una mujer con la que no podía estar?. ¿De que valía volver a sentirse viva, sentirse deseada y desear a una mujer, si de ninguna manera podía siquiera considerar el tener una relación?. Las palabras de Susana vinieron a su mente “Hmmmm....¿y si la llamás para tener una compañera de cama?....digo, para no perder entrenamiento...”…miró a los ojos de Camila, y el llamado del deseo era poderoso, tentador…la rubia se acercó a medio centímetro de su cara, la mirada clavada en sus ojos y susurró casi sobre su boca…
- Dime…qué hacemos con esto que sentimos.
Graciela flaqueo, todas las razones para no ver a Camila se desmoronaban al sentir sus labios tan cerca, casi rozándola, recordó los besos en el boliche, la mezcla de pasión, calentura y ternura que se agitó en su pecho esa noche. Volteó la cara, queriendo escapar de ese influjo.
- No me hagas esto.
- ¿Qué cosa? – preguntó Camila, aferrando las manos de Graciela en las suyas, olvidando totalmente que estaban en una plaza pública, o mas bien no queriendo recordarlo, sabía que se estaba jugando en ese minuto mientras la mirada de Graciela se perdía quién sabe donde, la sentía queriendo recuperar su cordura, pero eso significaba que le diría que no la quería ver mas…tenía un minuto para presionar, ese minuto en que aún puedes volcar una decisión a tu favor si eres suficientemente convincente. Le tomó la barbilla y la obligó a que la mirase nuevamente.
- No me dejas pensar.
- Esto no tienes que pensarlo, solo tienes que sentirlo Graciela ¿es que no lo entiendes?...se trata de sentir, no de razonar, en temas de sentimientos no hay que razonar.
- No puedes hablarme de sentimientos Camila…es la segunda vez que nos vemos, esto solo puede ser una calentura.
- ¿Y sí lo es, qué?. Si lo es mas a mi favor…¿qué te importaría de lo demás, si es solo cama?. ¿Por qué negarnos al placer?...estoy segura que sería lo mejor que he vivido aunque solo fuera una vez…vamos Graciela, solo una vez…nos merecemos esa oportunidad.
Graciela retiró sus manos de las de Camila. Nunca se había acostado con una mujer solo por calentura. No quería empezar en ese momento, no con esa mujer que le despertaba cosas mas allá de la calentura…acostarse una vez no, sería imposible, querría seguir viéndola, y sabía bien que no podría tolerar el compartirla. Se puso de pie, se acomodó el cabello mientras Graciela la miraba, sabiendo que había perdido ese minuto en que puedes influir en la decisión de una persona. Los ojos negros de Graciela se posaron en los suyos, en una mirada triste, profundamente triste.
- No puedo Camila. No soy capaz de eso…no soy como tú, perdóname…no soy mejor, ni peor, pero no puedo con la idea de un revolcón y luego hasta mas ver.
- Una vez…una sola vez…
- No. Lo mejor es que no nos hablemos, que no nos veamos mas, olvidemos que nos cruzamos en ese boliche.
- Fácil decirlo, difícil hacerlo y lo sabes, eres consciente.
- Claro que sí. Adiós Camila…fue lindo conocerte.
- No acepto un adiós – dijo Camila, mientras Graciela se alejaba…la vio irse y por primera vez en su vida lamentó el estar casada. Sonó su celular, interrumpiendo ese sentimiento de rabia e impotencia…era la voz de Fabián, preguntando donde estaba.
* * *
- ¿La dejaste plantada en la plaza?...ah, pero la sutileza no es lo tuyo ciertamente – dijo Susana, dándole el mate recién cebado a Graciela, mientras Paula ponía bizcochos en un plato para traer a la mesa ratona. Graciela no había podido irse a casa después de dejar a Camila en aquella plaza, se sentía demasiado conmovida y confundida, así que llamó a sus padres para avisar que llegaría mas tarde y pasó por casa de las chicas a ver si ellas le calmaban en algo esa fuerte sensación de haber tomado la decisión errada.
- No la molestes Susana, no ves que esta triste.
- ¿Por una mina a la que solo vio dos veces?...¡debe ser fuerte la calentura entonces!.
La visión de la vida de Susana era muy práctica, por eso mismo a veces sus comentarios podían ser chocantes, la única ventaja es que sabías que siempre te diría exactamente lo que pensaba, fuera bueno o malo. La simpleza con la que Susana veía las cosas, hacía que Graciela sonriera y al mismo tiempo se preguntará el porque justamente, ver a una mujer solo dos veces la hacía sentirse de esa manera, como si hubiera perdido al gran amor de su vida. Como si en esa plaza hubiera dejado esa única oportunidad de ser feliz.
- No seas bestia.
- No, no…deja que hable…me hace pensar mejor.
- Si la escuchas mucho terminarás siendo tan bestia como esta mujer.
- Muy bestia pero te morís por mí – respondió Susana, besando a Paula en la mejilla. Graciela las miraba con añoranza de esa vida en pareja, una vida que le encantaría tener.
- Pero cuenta bien las cosas…¿esta mujer quería algo contigo?.
- Me dijo que conmigo quería conocer el amor de una mujer mas allá de la cama.
- A la flauta…que frase, se las conoce todas la rubia.
- No Susana…sabes, yo creo que era sincera.
- Vos querés creer eso porque es muyyyy halagador que te digan algo así, por eso digo que las conoce todas esa mujer, sabe bien como tocar el corazón de una mujer para llevarla a la cama. Terrible payadora resultó la rubiecita.
- Fue muy sincera en todo, habiendo podido mentir para manejar las cosas a su favor Susana…por eso creo que también era sincera al decirme eso.
- ¿Y por qué no lo tomaste como sexo y punto?.
- Porque no puedo…nunca pude aún con una que no me importara, no podría con ella.
- Para, para….¿me vas a decir que estas metida con esta mujer?.
- No sé.
- Tus “no sé” históricamente han sido un “sí”. Esto es grave Graciela.
- No, no lo es, porque no la voy a ver más. La historia se terminó antes de empezar. ¿Qué tengo en común con una casada?. Todo el mundo sabe muy bien que las mujeres casadas no dejan al marido por la amante mujer, aún así fuera cierto que el tipo no se mete en las relaciones y toda esa historia que me contó…yo no lo soportaría.
- Ya no molestes a Graciela, Susana…ella sabe que es lo mejor, que es lo que quiere hacer…y de última, nosotras no podemos decidir las cosas, ni siquiera Graciela puede…el destino dirá lo que deba ser.
* * *
- Estás callada.
Camila levantó la mirada del plato donde llevaba unos minutos revolviendo la comida de un punto al otro, pensando en esa mirada tan triste de Graciela, y en esa primera vez en que lamentó estar casada…miro a su esposo, que con una ceja alzada la miraba interrogante.
- No es nada.
- ¿Segura?.
- Claro, por supuesto.
Fabián miraba suspicaz a Camila. Conocía demasiado bien a esa mujer con la que llevaba tantos años compartiéndolo todo como para no notar que estaba triste y preocupada por algo. Ella había salido esa tarde, él ya estaba acostumbrado a que por temporadas ella saliera mas de casa, parte del acuerdo al que habían llegado hace cinco años…pero nunca la había visto así. Le tomo las manos por encima de la mesa, cariñoso.
- ¿Sabes que soy tu mejor amigo, verdad?.
- Claro.
- ¿Y que puedes contarme lo que sea?.
- Sí, sí – murmuró Camila…puedo contarte lo que sea, pero no que me arrepentí de estar contigo por primera vez en la vida…pensaba eso mientras miraba a los ojos a su esposo. Fabián sonrió, y se concentró en disfrutar de la comida, mientras Camila pensaba que no supo aprovechar su oportunidad, no jugó bien sus cartas para tener a Graciela. ¿En qué punto había fallado?.
- Este fin de semana no estaré en casa.
- Ajá.
- Digo…por si necesitas la casa, puedes contar con ella los dos días completos, salgo el sábado en la mañana y no regreso hasta el domingo a eso de las 10 de la noche.
- No, no, no te preocupes, quiero estar sola este fin de semana.
- ¿No conociste a nadie el fin de semana pasado?.
- No.
- Ah, es que como llegaste tan tarde pensé…
- Piensas mucho tú últimamente.
Definitivamente Camila estaba rara…él sabía cuando ella conocía a una mujer que le atraía, aunque no se lo contara, lo sabía por el brillo en sus ojos al volver del boliche, por la alegría que no provenía del alcohol, por el olor ajeno en la ropa, por muchas pequeñas cosas…él sabía que ese fin de semana Camila había conocido a alguien, pero esta vez ella no se lo comentaba como otras veces. Aquello era extraño, nunca había sido así antes. Solían comentar de las mujeres de Camila, como se comentan los hombres entre sí de sus conquistas. A él no le molestaba para nada que Camila se diera sus gustitos con mujeres, tampoco que le comentara cómo era tal o cual…total, no pasaba nada, eran boberías de mujeres, no sexo real, lo que no podría soportar es que ella se acostara con otro hombre. De esta manera, Camila siempre regresaba a él, no existía ningún peligro para su matrimonio. Ninguna mujer podría darle nunca lo que él le daba, ni tampoco podían ellas ofrecerle esa tranquila y segura vida matrimonial que tenían desde hace tantos años.
- Podías venir conmigo entonces, voy para el Este, es lindo en esta época del año. Le pido el apartamento a Nelson, y paramos ahí.
- No Fabián, no tengo ganas, lo siento.
- Como tú quieras…pero entonces no te quedes sola, llama a alguna de tus amigas, sabes que no me gusta que te quedes sola en la casa.
- Lo haré.
Lo miraba…cornudo consciente, eso le había dicho Graciela, él mismo le pedía que llamara a una amante para pasar el fin de semana. Lo veía tan seguro de ella que le dio rabia, así que levantó la mesa para que él no le buscara conversación, no tenía ganas de que le siguiera preguntando por la salida del fin de semana, ni que le dijera que llamara a una de sus amigas, solo faltaba que le diera “llama a tal o a cual”.
Llevó los trastos a la cocina, mientras Fabián jugaba con Milky en la sala, sentía los ladridos felices de Milky y el golpeteo de la pelota, uno mas de los ruidos de rutina de cada noche, que le hacían saber que estaba en casa con su esposo…tomo el celular, se moría por llamar a Graciela…o mandarle un sms.
- “Ella no quiere nada de ti, Camila..tú no puedes ofrecerle lo que ella espera. ¿Para qué quieres llamarla?. ¿Para hacer un patético y lastimoso papel de quien pide un poquito de afecto de favor?”.
No podía hablar con Fabián de esa tormenta que tenía dentro, de que estaba triste por el rechazo de Graciela, de que le hubiera gustado ser libre porque se moría de ganas de saber cómo era el amor de una mujer…los ojos negros de Graciela eran la puerta a un mundo donde todo era muy diferente a lo que Camila conocía. Y la asustaba ese mundo tanto como la atraía.
- “No seas tan estúpida Camila…tienes una libreta con varios nombres de mujeres que no dudarían ni un minuto en venir este fin de semana si las llamas, con las que tendrías muy buen sexo…deja ya de joder con esa fanática que te miraba como si tuvieras peste” – se recriminó a sí misma, mientras lavaba los platos casi con mas rabia que aplicación.
* * *
- Estás en otra.
Camila miró a Eunice, que asomaba la cabeza entre sus piernas, después de haber estado unos minutos haciéndole sexo oral mientras su mente estaba muy lejos de la excitación sexual. Tan lejos que miró a Eunice como quién mira a un extraterrestre que de pronto se hubiera plantado en su cama. Eunice no supo si reírse o enojarse tremendamente, siempre se había jactado de lo buena amante que era…era la primera vez que una mujer se quedaba indiferente mientras se la comía. Así que subió hasta quedar recostada al lado de Camila, encendió un cigarrillo y dijo fingiendo un falso enojo:
- Chiquita, me parece que hoy vos no estás para coger sino para conversar. Y jodete si te molesta el humo a mi me molesta que no se concentren cuando tengo sexo con alguien.
Camila se rió. De las amantes que habían pasado en su vida, Eunice era la más particular. Estaba en una edad indefinida entre 40 y 50, indefinida porque llevaba cuatro años de conocerla y cada año Eunice cumplía 40. Estaba casada también, con un piloto de avión, que pasaba más tiempo fuera del país que en casa, con lo cual para Eunice era muy fácil tener numerosas aventuras tanto con hombres como con mujeres. Pero por sobre todas las cosas, sabía ser amiga, buena escucha y era la única persona con la que Camila podía hablar con libertad, sabiendo que no haría un drama o se ofendería.
- Conocí a alguien.
- ¿Hombre o mujer?.
- Mujer, no seas tonta…sabes que el único hombre para mí es Fabián.
- ¿Y que pasó?. ¿Te rechazó y eso te tiene tan mal?.
- No, no es eso…es que yo quería amar a esa mujer.
- Podes coger con la que quieras….
- Shhh, no me entiendes…quería amar a esa mujer.
Eunice miró a Camila sin comprenderla del todo. Nunca en la vida se había enamorado de nadie, todas sus relaciones eran por sexo, por poder, por conveniencia, a veces por algo parecido al cariño, otras por simple costumbre, se amaba demasiado a sí misma para sentir amor por otra persona. Sin embargo estaba capacitada para entender las palabras de Camila.
- ¡Te enamoraste? – exclamó en una mezcla de afirmación y pregunta, asombrada de ese simple hecho tan común en la vida de tantos seres humanos.
- No sé.
- Cómo no sé…eso lo sabes o no, no es una duda.
- Nunca ninguna me hizo sentir como me sentí con ella.
- ¿Cuántas veces hiciste el amor con ella?. ¡Debe ser muy buena en la cama si te dejó así!.
- Nunca me acosté con ella.
- Entonces sí te enamoraste. Malo, muy malo…las mujeres como tú y yo no podemos enamorarnos, nos debemos a nuestro marido.
- Yo no abandonaría a Fabián. Pero con ella sentí que quería saber cómo era amar a una mujer, mas allá de la cama, del sexo…quise sentirla mía.
- No se puede, Camila. ¿Qué harías si te enamoras?. ¡Serías infeliz!.
- No, si ella aceptara compartir…todo sería tan fácil, Eunice, pero ni siquiera me dejó explicarle mi idea.
- No funciona Camila. Eso es una locura. De pronto encuentras a una que acepte esto que me dices…y lo aceptaría esperando a que tú dejes a tu esposo. Y un día tu esposo se da cuenta que no tienes solo sexo con una mujer, sino que amas a una mujer y es bien sabido que no se puede amar a dos personas. En algún punto, uno de los dos te presionaría a elegir y si hay algo que tú no tienes derecho a jugar con los sentimientos de nadie. Una cosa es el sexo, pasarla bien, teniendo claro como en nuestro caso que yo me voy a mi casa con mi marido y tú te quedas aquí esperando al tuyo y no ha pasa mas nada. ¿Me entiendes lo que digo?.
- Yo creo que sí puede ser…si yo mantuviera el equilibrio, para que ninguno de los dos se sintiera en segundo plano…podría funcionar Eunice.
- Te estás mintiendo….sabes que te estás mintiendo…es mas, te mientes ahora, como te mientes cuando te declaras bisexual.
- ¿Por qué me dices eso?.
- ¿Revisaste tu historial sexual?. El único hombre ahí es Fabián…después, todas mujeres…ni miras a los tipos en la calle, te digo yo si uno esta bien…y casi - casi estoy segura que si no existiese Fabián, no hubieras vuelto a tener sexo heterosexual después de tu primera experiencia gay.
Camila hizo un repaso mental de sus relaciones…algo de razón había en las palabras de Camila, no miraba a los hombres desde hacía mucho tiempo atrás…bueno, nunca le había gustado otro fuera de Fabián, pero no los había mirado mas desde su primera vez con una mujer. Eunice casi se rió ante la cándida sorpresa en la cara de Camila mientras hacía ese repaso en su mente y continuó hablando.
- Vos lo que sos ahora es una lesbiana que, accidentalmente, está casada con un tipo. Por eso sería un gran desastre que te enamorases de una mujer.
- Pero a mi me gusta tener sexo con Fabián y lo quiero…
- Pero si un día Fabián desaparece, no volverías a tener a otro hombre. Y dijiste lo quiero, no lo amo. Ahora quieres tener a esa mujer que conociste y te ha movido el piso pensando que podrías mantener un equilibrio…y supongo que ella no estuvo de acuerdo con la idea.
- No llegue a plantearle nada, no quiso saber de mí por ser casada.
- Bien…es una mujer inteligente.
- ¿Por qué?...yo sé que ella sintió cosas, que le pasaron las mismas cosas que a mí, que se le movía el mundo con tocarme las manos…que el mundo se desvanecía con un beso suyo.
- Es inteligente porque se evitó y te evitó mucha pena Camila. Si ella aceptara, tú te enamorarías…si te enamoras, conociéndote eras capaz de tirar por la borda tu matrimonio. Y creeme cuando te digo que el mundo es mucho mas difícil sin un hombre al lado y hay que tener muchas agallas para vivir sin ser la señora de…estás grande para empezar otra vida. Y para colmo, sos una guacha de mierda que me hizo venir para alabarme los besos de otra en mi propia cara y yo soy tan tonta que me pongo a darte consejos de vida. Mejor me voy a bailar, por ahí encuentro alguien más afín a tener un rato de placer que vos.
Eunice salió de la cama y comenzó a vestirse, con esa ropa sugerente y cara que siempre usaba. Camila pensó que quizás fuera al Marbella, donde había conocido a Graciela, aunque con Eunice no era seguro que fuera a un lugar gay…también podía ir a un lugar de moda a ver si conseguía un chico lindo con ganas de sexo. Tímidamente preguntó.
- ¿Adónde vas a ir?.
- A Marbella.
- Voy contigo entonces – dijo con indisimulable alegría, saltando de la cama para vestirse con rapidez porque sabía que Eunice no era de las que le gustaba esperar.
- Tú no tienes vergüenza ninguna. Seguro que ahí conociste a la que te tiene así, y por eso quieres ir.
Camila se puso roja, como una colegiala pillada en falta. Eunice rió divertida…ah, el amor, el amor…que bueno que ella siempre había podido escapar de su maléfico influjo. Le hizo un gesto con la cabeza.
- Apúrate…a lo mejor si te ve conmigo, esa mujer lo piensa dos veces y te da un sí. Yo tomaré un café mientras terminas de prepararte…usa algo sensual, por favor. Si me vas a plantar por lo menos quiero que me envidien cuando nos vean llegar juntas.
(continuará)
1 comentario:
A quién corresponda: he intentado comunicarme con ustedes por el e-mail que aparece en este blog sin obtener respuesta.
Mi nombre es Mariela y me gustaría que, tal como lo declaran en vuestro blog, den la autoría correspondiente a este relato, que es mío, y que ustedes han extraído completo de mi web de www.relatoslesbicos.homestead.com sin hacer mención en ningún lugar del mismo.
Muchas gracias.
Publicar un comentario