Graciela entró al boliche con sus amigas Paula y Susana, recorriendo con una mirada aburrida el lugar, que estaba un poco más lleno que de costumbre. Paula y Susana habían insistido bastante para esa salida, en realidad desde hacía meses venían insistiendo en lo bueno que sería para ella salir, divertirse, olvidar todo lo malo. Los malos momentos tenían nombre de mujer, mas exactamente el nombre de Ana, con quién Graciela estuvo durante año y medio pensando que era una mujer con la que estaba formando una pareja sólida y estable. Hasta que el destino hizo que Ana se encontrara nuevamente con esa ex a la que no podía decirle nunca que no y se acostó con esa mujer, con tan poco manejo de la discreción que fue muy pero muy fácil para Graciela darse cuenta que Ana le era infiel, y aún mas fácil descubrir con quién, dado que apenas conocerse Ana le había confesado que la gran debilidad de su vida era Estefanía, y que nunca podía evitar tener sexo con ella si la otra la llamaba o la buscaba.
Graciela había iniciado la relación con Ana pensando que esas palabras eran una exageración, pero cuando intuyó que Ana le estaba siendo infiel, bastó con hacer un par de preguntas para que Ana se confesara..."sí Graciela, te quiero mucho pero con Estefanía pierdo de vista todas las razones para no serte infiel...llámalo como quieras pero es un hecho". Esas fueron las palabras de Ana. Y si bien Ana era una persona importante en la vida de Graciela, mas precisamente importantísima, cuando Ana no supo responderle si amaba a Estefanía o la amaba a ella, decidió cortar con la relación, porque se respetaba mucho a sí misma para aceptar una pareja que estuviera no sabía si estaba con ella por comodidad, por cariño o por amor.
Las separaciones duelen, son muy duras, lleva tiempo recuperarse...por eso durante todo un año Graciela se recluyó en casa, vivió su duelo, evitó salir a un boliche o conocer a otras chicas por temor a terminar enredada con alguna solo para calmar la pena. Pero ese sábado en la noche aceptó la invitación de sus amigas porque se sentía diferente...se sentía fuerte nuevamente. No era que estuviera al 100% ni mucho menos, pero la pena no era tan honda, había vuelto a sonreír más de una vez y a fijarse en las chicas con ganas, lo que era una buena señal.
- ¿Qué tomamos? - preguntó Paula.
- Escalera al cielo - dijo Susana.
- Será mejor que tomemos cerveza sino ustedes se caerán al bailar - respondió Graciela, porque sus amigas ya estaban un poquito entonadas dado que antes de irse al boliche se habían reunido en casa de ellas y habían estado tomando algunos martinis
- OK, cerveza - acordaron las otras dos. Graciela fue a buscar la cerveza y tres vasos. La música estaba muy buena, Kylie Minogue cantaba "Is in your eyes", increíblemente era uno de esos días en los que el número de lesbianas superaba al de varones gays en la disco, Susana y Paula decían miles de tonterías y Graciela se estaba divirtiendo mucho, como hacía mucho tiempo no se divertía. De pronto Susana le dice:
- Cambia de lugar conmigo.
Graciela le hizo caso, cambiaron el lugar, desde donde estaba ahora se veían las escaleras de acceso a una de las barras, Susana le dice al oído.
- Mira que bien esta la rubia, la de remera blanca, la estoy viendo hace rato y está sola.
Graciela miró a la chica rubia, que a su vez la miró y sonrió abiertamente. Se puso nerviosa, hacía mucho que no jugaba el juego de la seducción...miró para otro lado mientras Susana, que estaba un poco mas alegre de lo debido, le machacaba al oído.
- Pero no seas gila, si miras para otro lado te la van a pelar, hoy esta lleno de lobas, anda y decíle algo.
- No seas así, por favor.
- Pero es que vos hoy estás redormida, o estas fuera de práctica.
Graciela volvió a mirar, la chica rubia la miraba a su vez, esta vez la chica levantó su vaso hacia ella en un mas que evidente saludo, esta vez no podía dudar de las intenciones de la chica rubia. Graciela comenzó a caminar entre la gente para llegar a las escaleras, pero de pronto no la vio...se apenó pensando que quizás se había equivocado y ese brindis no era para ella, hasta que sintió una mano sobre su hombro y una voz suave preguntando casi en su oído.
- ¿Me buscas a mí?.
Volvió la cabeza y sus ojos se encontraron con los ojos verdes grisáceos de la chica rubia, que sonreía pícaramente, se puso nerviosa y sonrió para disimularlo...vaya que era de armas tomar esta chica.
- Pues...si estas sola sí.
- ¿Me ves con alguien mas? - preguntó la chica. Graciela negó con la cabeza, la rubia le tomó la mano y dijo - Vamos a bailar entonces, me encanta Kylie.
Se pusieron a bailar una frente a la otra mirándose a los ojos...la rubia miraba a Graciela sin ningún tipo de recato, la recorría con la mirada...Graciela ciertamente no era una modelo sin embargo tenía varios puntos a su favor, la mirada vivaz, unos labios carnosos que a la rubia se le antojaba besar, una figura cuidada, el cabello negro muy suave como pudo comprobarlo la rubia cuando se lo acaricio como al descuido, fingiendo que acomodaba un mechón rebelde que caía sobre los ojos de Graciela.
- Soy Camila ¿y vos?.
- Graciela.
- Lindo nombre...no te había visto antes por aquí.
- Si, no vengo mucho - respondió Graciela. ¿Para qué decir que con Ana no venían porque a la otra le daban celos, y que después de su ruptura por motus propio había restringido sus salidas durante más de un año para no meter la pata y relacionarse por soledad o para matar el dolor?. Ese tipo de historias espantaban y la verdad que esta chica le gustaba y quería, al menos esa noche, tenerla cerca.
- Pero bailas muy bien - respondió Camila, acercándose mas a Graciela, tanto que Graciela pudo sentir su perfume, y un par de rizos de Camila rozaron su mejilla...en ese momento cambiaron la música a música latina, cumbia, y Graciela se dijo que era su oportunidad. Pasó un brazo por la cintura de Camila y le dijo:
- ¿Me sigues?.
- Solo baila y veamos si te sigo - le respondió Camila. Graciela había aprendido a bailar ese ritmo con su primo hacía años, y aunque el género musical no le gustaba para nada, si reconocía que ese tipo de música era una excusa excelente para el aprete consentido como le decía su primo. Pego su cuerpo al de Camila, guiándola con la mano que tenía en su cintura y comenzaron a moverse cadenciosamente, Camila seguía cada paso de Graciela pero también pegaba su cuerpo, estaban tan cerca que los pezones se rozaban y ese baile las estaba erotizando demasiado, pese a casi no conocerse. Graciela pensó "si así se mueve en la vertical, lo que será en la horizontal" , sonrió pícaramente no solo con los labios sino con los ojos y por primera vez en meses sintió el llamado poderoso del deseo. El brillo en los ojos de Camila indicaba que le estaba sucediendo lo mismo...porque entreabrió los labios y se pasó la lengua sobre ellos provocativamente. Graciela solo la miraba, vio como la cara de Camila se acercaba y de pronto sin saber muy bien quién comenzó se estaban besando apasionadamente, Camila se le antojaba tan sensual a Graciela que no quería negarse, solo quería disfrutar de esa mujer. Camila tenía una lengua muy hábil, y Graciela recorría con sus manos la espalda de la chica, apretándola, estrujándola.
- Uta - dijo Graciela cuando sus labios se separaron.
- Hay algo que no me quedó muy claro - murmuró Camila sobre los labios mismos de Graciela, antes de comenzar a besarla nuevamente, de un modo diferente esta vez...porque el anterior beso fue por pura calentura, pero mientras la besaba por segunda vez algo diferente le sucedía por dentro, algo mas que la atracción puramente sexual. Graciela la estrecho sintiendo en este beso más de dulzura que pasión. Separaron los labios mirándose a los ojos, sorprendidas.
- ¿Te gustó? - preguntó Camila.
- Mucho.
- Creo que nos llevaremos muy bien tú y yo - dijo Camila, acariciando la mejilla de Graciela con el dorso de su mano derecha. El resto de la noche lo pasaron bailando entre besos, abrazos apretados y más besos, casi sin hablar...las dos se sentían muy excitadas como para pensar, hablar o hacer otra cosa. Eran poco más de las 5.30 de la mañana cuando Camila miró la hora y dijo:
- Si no me voy ahora ya no tendré en que irme.
- Pero te llevo en taxi, no te preocupes.
- Graciela, no puedes...vivo lejos de la ciudad, sería carísimo ir hasta allá en un taxi, si no me voy ahora tendré que esperar dos horas al próximo bus.
- Bueno...te acompaño a la terminal.
Sacaron los abrigos de la ropería. Graciela ofreció tomar un taxi hasta la terminal, pero Camila le dijo que tenían tiempo de ir caminando, porque quería conversar un poco más, y porque pensaba que quizás en la caminata Graciela la invitaría a su casa. Dentro del local entre la música y que solo habían apretado, la conversación entre ellas había sido casi nula.
- ¿Y cuantos años tienes? - preguntó Camila.
- 30 ¿y vos?.
- 34.
- ¿Donde vivís? .
- En Punta Arenas...por eso vengo una vez por mes al boliche, a veces dos, porque mi casa queda lejos de la ciudad.
- Ajá.
- ¿Vos sos de acá, de la ciudad?.
- Sí.
- ¿Y con quién vivís?.
- Con mis padres ¿y vos?.
Camila esperaba y temía la pregunta al mismo tiempo. Porque sabía que la respuesta a esa pregunta podía significar que no volviera a ver a Graciela, había ocurrido muchas veces antes. Pero también sabía de la inutilidad de mentir, mejor era perder ahora que perder mas adelante.
- Vivo con mi esposo.
A Graciela el espíritu festivo se le cayó de golpe al suelo. No, no otra casada en busca de trío, pensó para si misma...se le notó en la cara el disgusto, porque frunció el entrecejo. La pregunta no era una pregunta sino como la repetición de lo que Camila le terminaba de decir.
- ¿Con tu esposo?.
- Sí.
- Ajá...¿y que haces en un boliche gay, buscando a una mujer si estás casada?...disculpa mi ignorancia pero no entiendo - continuo Graciela, visiblemente molesta.
- Dejame explicarte...me casé muy joven, con 17 años.
- ¿Y eso que tiene que ver? - preguntó Graciela, cada vez mas fastidiada con la idea de escuchar alguna otra historia inventada para comenzar la tela de araña y lograr el trío que muchas buscaban.
- Esperá...me casé joven, como te dije...con el novio que tenía desde los 14 años, que además es el único hombre que he tenido, con lo cual toda mi experiencia sexual se reducía a él, y solo salía con él...éramos muy jovencitos los dos, él tenía 20 cuando nos casamos.
- Ah, ya sé y como ahora después de tantos años de casados la vida sexual se ha tornado monótona quieren introducir innovaciones.
- ¿Por qué no me dejas hablar a mi? - preguntó Camila, tomando la mano de Graciela con suavidad. Con la misma suavidad Graciela se deshizo de esa mano y alzó las cejas, interrogante.
- Fabián es un buen tipo....esencialmente bueno, nos fuimos a vivir a Punta Arenas, es un lugar tranquilo y más barato que en la ciudad...nos llevamos bien, pero él me conoce muy bien. Nuestra vida sexual como dices tú, no es mala por lo cual no necesitamos innovaciones. Sin embargo cada tanto él trae algunas películas para ambientarnos, para evitar caer en la rutina y un día hace unos años trajo una película de lesbianas. Para mi vergüenza fue esa noche la que mas excitada estuve en toda mi vida. Fabián lo notó y cada tanto traía una. Luego empecé a alquilarlas a escondidas de mi esposo, hasta que él las descubrió...hablamos mucho, y fue él quien me dijo que probablemente yo tenía una faceta bisexual.
- Y ahí fue donde te dijo que encantando compartiría una mujer contigo, esa historia ya me la han hecho antes, no pierdas tu tiempo porque mi respuesta es no. Ha sido un gusto compartir esta noche contigo, pero no, gracias.
Graciela tenía un carácter poco paciente con ciertos temas y si algo le enfermaba eran las mujeres que buscaban tener sexo con una mujer y su esposo o novio, le enfermaba que no pudieran tener ovarios para acostarse con una tipa si eso querían, pero sin escudarse en cumplirle el sueño al tipo que tuvieran a su lado. Camila meneo la cabeza...nunca era fácil explicar lo que le sucedía a ella por dentro, en su cabeza, en el cuerpo, ni era fácil explicar que tipo de trato mantenía con su esposo respecto a este tema.
- Te equivocas, no me dijo eso. Me dijo que era algo que tenía que explorar, si sentía que me haría feliz. Me dijo que él no soportaría que yo tuviera un amante hombre, pero que si podía aceptar a una mujer en mi vida....y dije en mi vida, no en nuestra vida, a él no le importa participar para nada...quiere que yo sea feliz porque me ama.
- No te puedo creer ni una palabra Camila....mira, tú me gustas, me encantas....despiertas mi deseo de un modo que hacía mucho no se despertaba, no te lo negaré porque lo has sentido...pero no puedo creer lo que me estás contando. Y si no me equivoco aquel es tu ómnibus, dice Punta Arenas.
Camila miró y si, era su ómnibus...no podía quedarse porque Fabián la esperaba para ir a casa de sus padres a almorzar, y obvio que debía dormir algo para no tener cara de cansancio. Suspiró...sentía un dolorcillo raro en el pecho, si bien con Graciela no había compartido mas que una noche de aprete en un boliche gay, quería hablar con ella, explicarle, estaba sintiendo esto como una pérdida...tomo un papel y escribió su número de celular, y su dirección de e-mail.
- Llamame o escribime...no me puedo quedar ahora, pero me encantaría que me escucharas, que supieras un poquito como es mi vida antes de juzgarme y desecharme...me gustas, horrores Graciela...
Graciela detuvo el ómnibus para que no siguiera de largo...se miraron a los ojos, profundamente...no sabiendo si era una mirada de despedida o de comienzo. A veces la diferencia entre una cosa u otra es tan sutil que no alcanzamos a verla. Camila abordó el ómnibus y Graciela se lo quedó viendo hasta que desapareció calle abajo. No podía creerlo...un año sin salir, conocía a alguien que despertaba su instinto sexual de modo poderoso y resultaba ser una tipa casada. Evidentemente su sensor gay se había dormido totalmente en ese tiempo de abstinencia...¿o era la abstinencia la que le había hecho ponerse tan caliente con solo tener en brazos a Camila?. Si era eso entonces su precaución había sido totalmente contraproducente, porque de no haber dicho Camila que era casada y de haber tenido ella lugar, o un poco de dinero para ir a un hotel, esa noche le hubiera hecho el amor furiosamente. Guardó el papel con el teléfono en su billetera...quizás un día la llamaría, solo para saludarla. Después de todo tenía a su favor el haberle dicho la verdad, cuando bien podía haber acomodado a su antojo las cosas.
******
- ¿Cómo que casada?.
- Casada, con un hombre, registro civil, iglesia, flores ¿te suena? - dijo Graciela, burlándose un poco del asombro en la voz de Susana, que la había llamado para saber cómo había terminado la noche con la rubia.
- Che, no te puedo creer....no parecía para nada una infiltrada...digo...bueno, si lo pensas bien capaz que sí, era bastante raro que estuviera sola…nosotras tenemos la manía de ir en grupo de amigas.
- Me parece que a nosotras dos la bebida nos embotó totalmente el sensor.
- ¡A vos te embotó el sensor la bebida y la calentura nena, mira que fajaste lindo en el boliche!.
Soltaron una carcajada las dos.
- ¿Y no te dio teléfono o algo para encontrarla?.
- ¿Y para qué quiero encontrarla?....no me interesa una relación con una mujer que tiene alguien en su vida, mucho menos con una que tenga a un hombre en su vida...aunque la verdad que despierta mi deseo de un modo que no te puedo describir.
- Hmmmm....¿y si la llamás para tener una compañera de cama?....digo, para no perder entrenamiento...
Graciela rio...Susana no cambiaría jamás, bien sabía que ahora mismo le estaba tomando el pelo, porque ambas pensaban lo mismo sobre ciertos temas.
- No mujer...porque si caigo en esa, en un par de meses querrá meter al esposo en nuestra cama...además...yo que sé...me da cosita acostarme con una que se acuesta con un tipo, viste...
- En eso si, también me daría cosita. Ni que decir que si te llegas a enamorar…pensar que después ella se va con su marido, uhhhh, no creo que de ningún modo podría.
- Causa perdida entonces.
- Y bueno…ya va a caer alguna otra pajarita, estamos en contacto….te dejo porque alguien esta colgado del timbre, que ansiedad por Dios.
- Ta, nos hablamos, cuídate.
Cortó la comunicación con Susana. Se tiró en la cama, mirando el techo...era domingo a la tardecita, estaba aburrida, su padre escuchaba fútbol como era la costumbre todos los domingos a la tarde, y no tenía ganas de ir a la cocina porque seguramente su madre empezaría a hacer un detallado reporte de todos los chimentos del barrio, y no tenía ni un poquito de ganas ni de paciencia para escucharle. Cerró los ojos y la imagen de ese beso apasionado, de los labios de Camila en los suyos, le golpeo con fuerza.
¿Sería verdad toda esa historia del trato con el esposo?....no, no, no podía ser verdad…ningún hombre soportaría ser cornudo consciente..¿o sí?. Por ahí el esposo de Camila pensaba que una amante mujer no era competencia para él…en un típico pensamiento machista, él pensaría que esas relaciones de su esposa eran “para pasar el rato”.
- “Ufa, si que me la hizo bien esta mujer…me tiene pensando en ella, como una boba”.
Fue a buscar la billetera y cuando la abrió el papelito en donde Camila había anotado sus datos cayó a sus pies…lo levantó, lo miró y meneo la cabeza. ¡No podía estar considerando el llamarla!.
- “Quizás fui grosera con ella, debería disculparme...podía haberme mentido”….
*****
El celular sonó un par de veces antes que Camila pudiera cortarle el chorro de conversación a su suegra y apartarse un tanto, ya que no identificaba el número que aparecía en el visor. Pensando que podía ser Graciela, salió al patio…mas bien esperando que fuera Graciela, aceptó la llamada.
- Hola
- Hola
Reconoció la voz de inmediato y una media sonrisa apareció en sus labios.
- Hola Graciela.
Graciela se sorprendió, realmente no esperaba que Camila recordara su voz con tanta claridad.
- Pensé que no llamarías.
- Bueno, creo que te debo una disculpa, me porté como una total maleducada contigo anoche-
- No, no te preocupes…es que te plantee algo que no es común.
- Mas que eso, me planteaste algo totalmente incomprensible para mi, pero te agradezco la sinceridad, pensé mas tarde que bien pudiste haber mentido si lo que querías era cama…obviar la verdad técnicamente no es mentir, si no hubiese mencionado a tu esposo y yo hubiera tenido donde irnos, ambas sabemos como habría terminado esa noche.
- Estamos a tiempo de tomar el rumbo de esa noche….
- Por favor Camila…
- OK, no comienzo…pero dame una oportunidad, para explicarte bien como es mi vida, no te pido que compartas lo que yo siento…pero si que me escuches.
- Hmmm…no lo creo.
- Vamos…un café…en donde tú elijas. Piénsalo y me llamas…
- Esta bien.
- Camila ¿con quién hablas? – gritó su suegra desde la casa.
- Debo cortar…llámame.
Cortó la comunicación justo antes de que Gladis llegara a su lado. Sonriendo nerviosamente respondió.
- Era uno de los distribuidores de cigarrillos, no puede conseguirme lo que pedí.
- Ah muchacha, ese kiosco da demasiado trabajo…
- No crea Gladis, no crea.
******
- “Pero tú si que eres bien tonta Graciela…no debiste llamar, ni la primera vez ni esa segunda, debiste pensar que iba a lograr que la invitaras al famoso café” – mascullaba para sus adentros Graciela, mientras esperaba en el coquetísimo café “Bistrot” la llegada de Camila. Había elegido ese lugar porque las mesas tenían una distancia razonable, y además había buscado una de las mas apartadas para poder hablar sin temor a ser escuchadas. Un par de días después de esa tarde de domingo había vuelto a llamarla, justificándose en que debía ser mas abierta y escuchar al menos a esa mujer…pero en su interior sabía que esa era una mentira. Quería volver a verla y saber si ahora, a la luz del día, en un lugar que no fuera el boliche, toda esa ebullición que se había dado allá se repetía.
La vio entrar y mirar un poco perdida, hasta que la vio y le sonrió de esa manera…de la misma manera que cuando tocándole el hombro preguntó “¿Me buscas a mí?” y el corazón le dio un salto en el pecho, desbocado…Camila la vio a su vez y sonrió gatunamente…que Graciela hubiera accedido a ese café significaba para ella mucho mas de lo que se imaginaba en ese momento. Caminó resueltamente y se sentó frente a Graciela.
- Gracias por venir…realmente gracias.
- Si…claro…¿cómo estás?.
- Feliz de estar aquí.
- Vamos, no empieces.
- ¿Qué no empiece con qué?...solo digo la verdad.
- OK, OK. ¿Qué tomas?.
- Lo mismo que tú.
Pidió otro capuchino con cacao. El servicio era rápido así que en pocos minutos estaban solas, en ese rincón del café donde nadie podía oír lo que hablaban. Camila observaba a Graciela…seguía gustándole horrores esa mujer, y sabía, era consciente, que esta era su oportunidad de quebrar su resistencia, de lograr que diera una mirada a su vida por fuera de los preconceptos y de los prejuicios.
- Y bien…cuéntame, intentaré escucharte sin prejuzgar.
- No tienes idea de cuanto agradezco esto, Graciela…retomo donde dejamos…me casé joven, a los 17, con el novio que tenía desde los 14 años. Mi único referente de vida sexual era Fabián…ha sido y es el único hombre que he tenido.
- ¿Por qué te casaste tan joven?.
- El se iba a España…a trabajar, quisimos casarnos antes de que se fuera. Estuvo allá unos años, para ahorrar dinero…regresó, compramos la casa de Punta Arenas, pero creo que esa parte de la historia no importa mucho. Fabián es un buen hombre, esencialmente bueno, muy interesado en hacerme feliz, nos llevamos bien….me conoce bien, he crecido, hemos crecido juntos…mi interés por las mujeres no surgió por una mala vida sexual con mi esposo. Te conté lo de las películas…para no caer en la rutina, a él se le ocurrió alquilar alguna porno cada tanto…hace unos años, trajo una película de lesbianas….la trajo para excitarse él, pero la excitada fui yo y de que manera, hasta me avergoncé…Fabián lo notó, y cada tanto traía una como distraído…después comencé yo a alquilarlas a escondidas, y a buscar información sobre lesbianismo, todo el tema se me antojaba sensual…excitante…empecé a mirar a las mujeres, pero a mirarlas con otros ojos. Fabián descubrió un día las películas, yo me quería morir de la vergüenza…hablamos mucho esa noche, mucho, hasta me dijo que había notado mis miradas cuando pasaba alguna chica, eso me dio aún mas vergüenza. Fue él quién me dijo que yo tenía una faceta bisexual. Me dijo que yo debía explorar en esa faceta, y que estaría bien si era algo que me hacía feliz a mí…que él no podía tolerar la idea de que yo me acostara con otro hombre, pero que con una mujer las cosas eran diferentes.
- ¿Por qué diferentes?.
- Porque una mujer me daría algo que él no podía, y eso no le molestaba…que él quería verme feliz…que si en cambio yo me acostaba con otro hombre, eso significaría que él no había sido suficiente para mi y eso lo lastimaría muchísimo…que podía aceptar a una mujer en mi vida.
- Camila, yo no puedo creer que el tipo, tu marido digo, quiera ser cornudo….no me digas que nunca quiso meterse en una cama contigo y otra porque que quieres, se me hace imposible de creer.
- ¿Por qué?...él me ama…¿no harías tú lo posible por ver feliz a quien amas?.
- ¡Si, pero no sería cornuda!.
- No lo entiendes.
- Claro que no, no entiendo nada…
- Graciela, a él no le importa participar….es mas, no le ha interesado ni conocer a las relaciones que he tenido…él quiere que yo sea feliz. Por motivos de trabajo viaja bastante seguido, no quiere que esté sola…y sabe que lo que yo busco en una mujer es algo que él no puede ni podrá darme nunca. Es totalmente diferente lo que siento con una mujer.
- ¿Y qué te gusta mas?.
- Me preguntas algo que no puedo responderte porque no se trata de que algo te guste mas que otra cosa….por ejemplo…a mi me encanta este capuchino, pero también me gusta la pizza de anchoas, y no tienen nada que ver una cosa con la otra…la sensación al paladar, al gusto es totalmente diferente…bueno lo mismo es en esto…lo que es mi relación con Fabián no tiene nada que ver en lo que es mi relación con otra mujer.
- ¿Cuántos años hace que tuviste esta conversación con Fabián?.
- Cinco.
- ¿Y exploraste la faceta bisexual o no?.
- Sí, sí la exploré – respondió Camila cortada…ahora se sentía bajo un doble examen, la mirada de Graciela era inquisidora. Sabía que de las respuestas a las preguntas que Graciela haría de aquí en adelante dependería un mucho tener una remota posibilidad de relacionarse con ella en ese plano sexual que había sido el detonante la noche en el boliche.
- ¿Cuántas veces?.
- ¿Cómo cuantas veces?.
- Camila, eres inteligente…pregunto cuantas amantes has tenido.
Camila calló unos minutos…decir la verdad o mentir…podía decir un diplomático número uno y quedar como una reina ante los ojos de Graciela. O no quebrar esa línea de sinceridad que desde la primera noche había seguido y confesar la verdad.
Graciela la miraba…ahora va a mentirme, se dijo.
- Seis veces…solo con una tuve una relación de relativa duración…vengo a Montevideo, las conozco en el boliche, a alguna por Internet, si pinta algo bien…así son las cosas, no empezaré a mentirte…la mayoría huye al saber que soy casada. Y la que no, quiere sexo…
- ¿Y qué quieres tú?.
- Yo…que quiero yo. Abruma la pregunta.
- Me interesa la respuesta.
- Ya sé lo que es el sexo con una mujer…quiero saber cómo es el amor de una mujer.
La respuesta hizo vibrar algo en Graciela. Camila estaba sorprendida de sus propias palabras, era como si alguien ajeno a ella las hubiera pronunciado…continuo dejando fluir las palabras, sin editar, sin pensar.
- Deseo que una mujer me ame…y amarla, enamorarme…no solo cama, no solo pasión…¿pido mucho, Graciela? – preguntó, tomando la mano de Graciela entre las suyas, olvidando que estaban en un café heterosexual, concurrido por señoras de su casa. Se miraban a los ojos, profundamente…aquello no era una reflexión al azar, era la expresión de un deseo profundo. Graciela tenía ganas de comérsela a besos allí mismo, de olvidarse de ese marido que esperaba a Camila en Punta Arenas, de decirle que podían amarse como nunca antes se hubieran amado antes dos mujeres.
- ¿Las señoras quieren algo más? – preguntó la moza, sacándolas del ensueño…la jovencita había visto a Camila tomar la mano de Graciela y no quería escandalizar a las otras clientas, era el único modo que encontró de llamarles la atención. Camila soltó la mano de Graciela, que se puso roja hasta la raíz de los cabellos.
- No…disculpa, no…trae la cuenta por favor.
- Enseguida.
La moza se alejó. Camila se arregló el cabello, estaba sorprendida por las cosas que sentía…esta vez no era como las otras…no era simple deseo, no era buscar unas noches de sexo…era algo que se removía en el terreno de los sentimientos.
- Tenemos que seguir hablando.
- Yo sé…pero no podemos quedarnos aquí, hay demasiadas señoras que estarán escandalizadas de habernos visto tomadas de la mano…no es un lugar para nosotras.
- Entiendo.
Pagaron y salieron. A poca distancia del café había una plaza, pequeña, coqueta. Escogieron un banco algo alejado de los demás. Graciela pensó que de ser una pareja hombre – mujer podrían comenzar a besarse allí mismo sin que nadie se asombrara, porque se moría de ganas de besar a esa mujer nuevamente. Camila la miró y pasó la lengua por sus labios…estaba pensando lo mismo que Graciela…la atracción era fuerte, intensa.
- ¿No te enamoraste de ninguna de esas seis?.
(continuará)
1 comentario:
A quién corersponda: he intentado comunicarme con ustedes por el e-mail que aparece en este blog sin obtener respuesta.
Mi nombre es Mariela y me gustaría que, tal como lo declaran en vuestro blog, den la autoría correspondiente a este relato, que es mío, y que ustedes han extraído completo de mi web de www.relatoslesbicos.homestead.com sin hacer mención en ningún lugar del mismo.
Muchas gracias.
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