miércoles, mayo 23, 2007

Wu Tsao

Para la cortesana Chi´ng Lin

Sobre tu esbelto cuerpo
Repiquetean los adornos de jade y de coral de tu cinturón
Como una compañía celestial que viene
del verde Paraíso Celestial de Jade.
Una sonrisa tuya cuando nos encontramos
Y yo me vuelvo muda y olvido las palabras
Tantas horas has recogido flores y
Te has inclinado sobre los bambúes
Tus verdes envolturas
Crecían verdes en el abandonado valle
Puedo imaginarte una joven sola
abrigando secretos pensamientos.
Tu brillas intensamente como una lámpara perfumada
Entre las sombras circundantes.
Jugamos juegos del vino
Y una a la otra nos recitamos poemas
Entonces cantaste "El Que Recuerda el Sur del Río"
Con esos versos que rompen el corazón.
Luego una a la otra nos pintamos hermosas cejas.
Quiero poseerte por completo
Tu cuerpo de jade
Y tu corazón prometido
Es primavera
Vastas brumas cubren los Cinco Lagos
Mi querida, déjame comprar un bote rojo
Y llevarte lejos



Sin título

Lleva amargamente en mi jardín
En este declinante otoño.
Yo solo tengo vagos sentimientos poéticos
Que no logro reunir
Se disipan por entre las oscuras nubes
Y las hojas rojas
Después del amarillento ocaso
La fría luna se despierta
Entre la niebla mlancólica
No descolgaré las persianas de bamboo
De su gancho de plata.
Esta noches mis sueños seguirán al viento
Soportando el frío,
Hacia la torre de jade de tu hermoso cuerpo



Sin título

He cerrado las dobles puertas
En que esquina de los cielos
Se encontrará ella?
Una flauta horizontal
Tras las paredes rojas
Como una suave brisa
Se mueven las los sauces sedosos
En el demorado resplandor del ocaso
En su descanso las aves parecen ignorar mi melancolía
Una vez mas abandono lánguidamente la cama
Luego de haber encendido un incienso
Vago por la enjoyada escalera
Lamento los años perdidos
Enferma, temerosa del frío, temerosa del calor
En tanto los hermosos días se iban yendo
Repentinamente me hallo frente al Banquete de los Muertos de Otoño
Constantemente perturbada por el tiempo cambiante
Pierdo la huella de la luz flotante
Que nos lleva a lo lejos
¿Quién removió los puentes vibrantes
de mi encarcelado salterio?
Me doy cuenta que de las veinticinco cuerdas
Veintiuna ya se han ido

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