viernes, mayo 18, 2007

Sol de Otoño


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- ¿Necesitará algo mas señora?.
Marcela levantó la vista de los expedientes y miró a Celia. Luego miro el reloj, desorientada...vaya, eran mas de las 7 y media de la tarde, con razón Celia preguntaba...hacía media hora que su secretaria tendría que haberse ido. Sonrió y negó con la cabeza.
- No, puedes irte....disculpa, es que perdí noción de la hora.
- ¿Quiere que le pida algo a la cafetería?....es que parece que piensa usted estar mas rato aquí, y casi no almorzó.
- Bueno...pide que me envíen un capucino y un sandwich y le avisas al guardia para que deje pasar al mozo.
- Claro...hasta mañana señora.
Celia se retiró y Marcela le dio un vistazo a las bien formadas piernas. Su secretaria no era hermosa en el sentido que se le da a la palabra, pero el conjunto era atractivo, y su eficiencia excelente. Muchas veces Marcela se pregunta si Celia no sabía ya que tenía una jefa lesbiana, por ciertos sutiles comentarios que le hacía, pero entre ambas parecía haber un acuerdo no escrito por el cual no se mencionaba directamente ese tema. Marcela se veía a sí misma en Celia, 25 años atrás.....joven, eficiente y ambiciosa. Llegaría lejos esa chica.
Marcela se restregó los ojos. Estaba cansada, llevaba casi doce horas en la oficina. Estaba revisando los detalles de una licitación que, de ganarla la empresa, le reportaría varios miles de dólares de ganancia. Así que mientras su jefe movía todos sus hilos en lo que a relaciones públicas se refiere para ser considerados, Marcela preparaba un informe que no solo fuera convincente, sino que no dejara indicios de duda que lo mejor era darles la licitación a ellos. Los suaves golpes en la puerta le indicaron que su capuchino había llegado, así que se tomaría unos minutos de descanso.
- Adelante.
- Supuse que esto era para usted...es la única que trabaja hasta tan tarde - comentó Guzmán, el mozo de la cafetería.
- No queda otro remedio Guzmán.
- Ese jefe suyo la explota demasiado. Y usted debería tomar mas tiempo para su propia vida.
- Lo haré Guzmán...en cuanto ganemos la licitación.
- Hmm...cuando ganen la licitación entonces la tendrán a usted muy ocupada ultimando los detalles, y luego controlando las entregas. Es una pena ver que una señora tan fina pierda su vida detrás de un escritorio.
Guzmán se retiró. Marcela le vio irse, pensando en sus palabras. Claro que le daba la razón pero...¿qué otra cosa podía hacer?. Después de perder a Juani se había refugiado en el trabajo. Mars Electronics se había convertido en el centro de su vida. Le quedaba muy poca familia que tenía: una hermana, un cuñado y dos sobrinas. Las sobrinas era buenas chicas y jamás le habían hecho problemas por su vida, es mas....hasta le decían tía a Juani, y compartían tiempo con ellas. Marcela y Emilia habían sido las únicas dos que la acompañaron durante toda la noche en el velorio de Juani. Su hermana había pasado solo un rato, y su cuñado no se había aparecido para nada. Ambos se habían sentido cumpliendo su deber cuando la visitaron un par de días mas tarde, e invitándola a almorzar cada dos domingos. Marcela y Emilia venían mas seguido, y esas gemelas alegraban la vida de Marcela con sus locuras propias de sus 20 años. Entre sobrinas y tía había una complicidad muy fuerte, al punto que a veces Marcela estaba mas al tanto de los líos de las chicas que la propia madre.
Con Juani compartió 10 años de su vida...menos tiempo que la diferencia de edad que existía entre ellas. Conoció a Juani en una confitería, donde se había reunido con sus amigas para festejar su cumpleaños número 40. Aún recordaba la forma en que las presentaron. Mecha, que tenía vocación de casamentera, había invitado a Juani a la reunión al saber que Marcela llevaba mas de un año sola. Se había aparecido con esa total desconocida ante el grupo.
- Marcela...esta es Juanita una amiga del diario. Juanita, ella es Marcela.
- Mucho gusto Marcela....y soy Juani, esta guarra insiste en llamarme por ese odioso nombre de Juanita solo para molestarme.
Juani era en realidad Juanita Flores, madrileña de nacimiento, ciudadana del mundo porque había vivido en tres países antes de instalarse definitivamente en la ciudad donde Marcela vivía. Juani era fotógrafa, tan buena como para integrar el staff permanente del mejor diario del país, claro que también tenía un sinfín de otras actividades: decoradora, pintora (bastante buena por cierto, una pena que nunca se hubiera preocupado por su carrera) y escenógrafa de teatro. Fiel a su origen español conservaba intactos el acento y el salero al caminar. Sin ser una butch, su aspecto era andrógino...se movía con ductilidad en la línea entre femme y butch sin pertenecer a ninguno de los dos estereotipos lésbicos. Tenía el cabello totalmente cano, unos inmensos ojos azules, complexión mediana...en eso también tenía la habilidad de tener el peso justo para que no pudieran tildarla de gordita, pero tampoco era una mujer delgada. En resumen: para una Marcela de 40 años, delgada, que siempre usaba ropa fina y perfume caro, que toda su vida había llevado el cabello largo, a quién poco le costaba ligar con una chica de 25 o 30 años si quería, Juani distaba mucho de ser una mujer que le gustara.
Sin embargo cuando sus amigas sugirieron ir al único lugar para lesbianas de la ciudad a bailar, Marcela aceptó....40 años no se cumplen todos los días, así que podía perder el miedo a que la vieran caramba. Cuando Juani la invitó a bailar dudó...le daba un poco de reservas, mas porque era un bolero. Sus amigas empezaron a hacer bullas para que aceptara, y por complacerlas salió con Juani. Y empezaron las sorpresas. Juani la rodeo con sus brazos con una delicadeza inesperada. Marcela advirtió.
- Mira que no sé bailar.
- Será porque no han sabido dirigirte...déjame ver que logro.
En pocos minutos Marcela se encontró siguiendo el ritmo de Juani, que no solo sabía bailar, sino que también sabía dirigir a su pareja con extraordinaria delicadeza. El perfume de pino que Juani usaba se mezcló con el Chanel Nº 5 de Marcela en una extraña combinación de aromas. Era la primera vez en su vida que Marcela bailaba pegada al cuerpo de otra mujer en un lugar público, y la sensación no era para nada desagradable, sino que le estaba gustando sentir el cuerpo de Juani pegado al suyo, moviéndose ambas al mismo ritmo. En ese momento recordó lo que Mecha solía decir siempre: que el baile era la representación horizontal de cómo una persona hacía el amor..si baila bien, hace bien el amor solía decir Mecha. Casi sin pensarlo buscó con los ojos a las chicas del grupo, y notó que las estaban mirando....incluso Mecha se atrevió a hacerle un guiñó desde lejos, la muy desfachatada. Sintiéndose azorada le dijo a Juani que estaba cansada.
- ¿De verdad estas cansada o esas tontas te están avergonzado con señas a mis espaldas?. - preguntó Juani, que conocía demasiado bien a Mecha. Marcela dijo que no, que simplemente no estaba acostumbrada a bailar y estaba cansada.
Lo cierto es que en los siguientes dos días pensó en ese baile, en el aspecto de Juani que distaba mucho de ser lo que ella esperaba para que una mujer le gustara...y sin embargo le provocaba curiosidad esa mujer. Mecha le había contado que Juani ligaba mucho, que tenía facilidad para relacionarse....y Marcela se preguntaba cuál era el secreto de la española. Por eso fue que cuando Juani le envió una notita con Mecha invitándola a cenar aceptó. Y la curiosidad se sació.
Juani sabía hacer sentir a una mujer el centro del mundo. Trató a Marcela de un modo como nunca antes la había tratado. Comenzaron a salir, mas tarde tuvieron su primer encuentro sexual y desde ahí ya no se separaron. Buscaron un lugar donde empezar su vida juntas, se mudaron y durante diez años pasaron en pacífica convivencia. Durante esos años tuvieron algunos altos y bajos, pero jamás se les pasó por la mente a ninguna de las dos el ser infieles...simplemente no podían serlo porque se amaban demasiado. Fue por eso que cuando Juani murió, lejos de casa, por causa de un ataque cardíaco, Marcela sintió que se le venía el mundo encima. Y su salida había sido refugiarse en el trabajo.
Luego había decidido hacer algún cambio en su vida y así era como desde hacía dos semanas vivía en un edificio muy cerca de la costa, el "Mediterranee". A Juani nunca le habían gustado los apartamentos, pero para Marcela era demasiado pesado llegar a esa casa que había compartido juntas y no encontrarla, así que la alquilo y ella se mudó a ese edificio con vista al Río de la Plata.


* * *

Sol pasó la lista de reparaciones a Manuel, el encargado el mantenimiento del edificio antes de tomar de nuevo su puesto en la recepción. Ya eran las 7 y media de la tarde, pronto Roque tomaría el puesto y podría irse a casa. Ciertamente que era un trabajo liviano aquel: recepcionar los recibos y cartas, distribuirlas en los apartamentos, atender a quienes vinieran, llamar a los encargados de mantenimiento había alguna rotura en alguno de los apartamentos. Ese trabajo de portera la había caído como del cielo a Sol, cuando se quedó sin la peluquería dado que su socia decidió terminar no solo con la relación sentimental que las unía, sino también con su sociedad comercial. Sol no tenía dinero como para instalarse por su cuenta, y tampoco ganas de competir profesionalmente con Estela, así que cuando Roque le propuso compartir ese trabajo aceptó gustosa. Al principio hubo cierta resistencia por parte de los administradores del edificio por ser ella mujer, pero el argumento para convencerles fue que la mayoría de los copropietarios de ese edificio eran mujeres solas, a quienes les agradaría mucho mas una presencia femenina durante el día y un varón en las noches.
Lo cierto es que Sol, con su porte decidido y su rapidez para resolver los problemas pronto se ganó la confianza de las propietarias, en su mayoría mujeres de mas de 50 años que vivían solas o pasaban solas la mayor parte del día. Sol pasaba mas de las 8 horas convenidas en ese edificio, porque llegaba mas temprano para pasear los perros de algunas de esa señoras que trabajaban, le hacía pequeños mandados a las dos más ancianas consiguiendo así dinero extra aparte de su sueldo. El proyecto era reunir dinero suficiente para volver a instalar una peluquería, en otro barrio lejano al que Estela se instaló, y comenzar de nuevo en el oficio que conocía mejor que la palma de su mano.
Por el momento se sentía muy cómoda en el "Mediterranee", en el pequeño feudo que conformaban el escritorio puesto en la coqueta recepción del edificio, donde no faltaban un par de libros para los ratos de ocio, una PC con conexión a Internet todo el día para que Sol pudiera monitorear que la conexión que se ofrecía en todos los apartamentos estuviera funcionando correctamente. Desde esa PC dejaba mensajes para las residentes en caso de no encontrarse en casa cuando llegaban visitas, era un edificio con pretensiones de modernidad que se encontraba con la dificultad que las mujeres mayores se resistían un poco a usar la nueva tecnología. Sin embargo con la paciencia de Sol había logrado que hasta las mellizas Paez (ambas de 65 años de edad) se adaptaran a ese PC instalado en su apartamento y a usarlo como medio de comunicación rápida.
Claro que Sol también usaba la PC para comunicarse con sus amigas, husmear de las noticias alrededor del mundo y a veces, cuando cumplía mas de 8 horas en las noches, que eran muy tranquilas, chatear en alguno de los muchos canales lésbicos que existen en Internet.
El teléfono sonó casi sobre las 8 de la noche. Era Roque. No podría llegar a tiempo a su turno, le pedí que se quedara unas cuatro horas más. Sol no tuvo problemas...al fin que no tenía por quién regresar temprano a casa. Se acomodó disponiéndose a leer, ya que la mayoría de las residentes ya había regresado a casa por ese día.


* * *

Casi a las 9 de la noche Marcela salió de Mars Electronics, totalmente agotada. Guzmán tenía razón...tenía que dejar de trabajar tanto, eso no era modo de vivir. Condujo muy despacio hasta la casa, no quería apurarse cuando se sentía tan cansada. Se sorprendió cuando en lugar de ver a Roque en la recepción, vio a una mujer. Luego recordó que sus vecinas le habían comentado que durante el día en la portería había una mujer llamada Sol....debía ser ella. La mujer vino a abrirle la puerta al ver que estaba teniendo dificultades con el maletín, las carpetas y el bolso.
- ¿Necesita ayuda?
- Sí, por favor....Soy Marcela Agustini del 901...mucho gusto. ¿Dónde está Roque?.
- Soy Sol. Roque se ha retrasado un poco hoy - respondió Sol, cargando con las carpetas de Marcela, mientras cerraba la puerta con llave. A esa hora ya se cerraba con llave para mayor seguridad. Subieron en el ascensor hasta el apartamento de Marcela. Apenas abrió la puerta Coqui comenzó a saltar sobre Marcela....la salchicha se enloquecía cuando su dueña llegaba a casa. Luego vio a Sol y para sorpresa de Marcela, comenzó a hacerle fiestas también. Coqui era una perra con mucha personalidad, y no era fácil de conquistar...que Sol casi sin hacer esfuerzo obtuviera tanto festejo dejó a Marcela sonriendo quedamente.
- Parece que le has caído simpática.
- Suelo llevarme bien con los animales - respondió Sol casi desde el suelo, donde se había puesto para darle caricias a Coqui, que estaba panza arriba dejándose rascar.
- Tengo que sacarla a pasear, debe estar aburridísima pobre....pasa mucho tiempo sola.
- Si usted quiere yo podría sacarla.
- ¿Cómo?.
- Bueno...es uno de mis trabajos...llego mas temprano en las mañanas, antes de tomar mi turno y saco a los perros del 401 y del 601. Y antes de irme si las dueñas no han llegado les saco de nuevo. Así no pasan tanto tiempo dentro sufriendo los animales, como tengo buena comunicación con ellos...y también yo disfruto del paseo.
- Ajá...lo tomaré en cuenta. Muchas gracias por la ayuda Sol.
- No ha sido nada - dijo Sol, saliendo. Regresó a su puesto en recepción, con una sensación extraña. La curiosidad por ver a la nueva propietaria se había disipado, pero ahora se sentía extraña. Había imaginado a la propietaria del 901 como una mujer distante, de porte frío, y mirada calculadora, y bastante mayor de lo que en realidad lucía. En lugar de eso se había encontrado con una mujer de 50 años mas o menos, un poco mas alta que ella, con el cabello a la altura de los hombros color caoba, unos inmensos ojos oscuros, la tez cobriza...complexión media, atractiva para una mujer de su edad. Caramba, las sorpresas que se lleva una en la vida pensó Sol, mientras retomaba la lectura del libro que había interrumpido.


* * *

Marcela iba saliendo del edificio cuando vio a Sol paseando al cocker del 601...pensó en las horas que Coqui pasaba sola, y en que quizás sería buena idea hablar con esta mujer para que se ocupara de pasearla...dado que habían simpatizado. Era una idea a considerar seriamente.
Pasó por el cementerio antes de ir a Mars Electronics. Ese día Juani cumpliría 64 años si estuviera viva...pensó en cómo se vería. Probablemente mucho más canosa que cuando se conocieron...y negándose a usar lentes, como se había negado hasta el último momento. No llevó flores...a Juani no le gustaban las flores cortadas, decía que las flores eran para lucir en la planta y no en los floreros. Estuvo un rato mirando la tumba...la sensación era siempre la misma, una terrible desolación, la sensación de que era injusto haberla perdido....cuando había tardado tanto en llegar.
El resto del día trabajó como posesa, inmersa en los papeles, casi sin levantar la vista...no cortó ni siquiera para comer. Cuando regresó al edificio Sol aún estaba en la recepción, por lo que dedujo que Roque llegaría mas tarde nuevamente.
- Hola Sol.
- Hola Sra. Agustini...
- Me llamo Marcela. Por cierto Sol...¿tú podrías sacar a Coqui en las tardes, antes de irte?....tengo días terribles en la oficina, y me es imposible regresar temprano.
- Claro que sí señora.
- Haremos esto...te dejaré su correa en el sillón junto a la puerta. No creo que te de problemas para ir contigo, dado que le caíste muy simpática. Sobre el pago me dices cómo quieres hacer, si es por mes o si por semana.
- Prefiero por semana.
- OK...entonces puedes comenzar cuando quieras...me dejas en un papel cuanto es, y yo los viernes te pago, antes de irme al trabajo.
- Muy bien Marcela.
Se dedicaron una sonrisa un poco forzada, como para cerrar un trato de negocios. Marcela subió a su elegante apartamento, y Sol regresó a su feudo en la recepción del edificio.


* * *

Coqui estaba feliz con sus paseos vespertinos, y mantenía con Sol una amistad casi de pegote, corría hacia ella nada mas verla, haciendo miles de fiestas. En pocos días se había acostumbrado a que a las 8 p.m. en punto su amiga la venía a buscar para dar un largo paseo. Generalmente al regresar Marcela estaba llegando, así que Sol se quedaba un momento en el apartamento para entregar a la perra y cruzar un par de palabras con Marcela.
Sol estaba fijándose en Marcela no como la señora Agustini, sino como la atractiva mujer de mediana edad que esta era. Era la primera vez que una mujer mayor que ella la atraía, por lo general todas sus relaciones habían sido con mujeres menores. Pero había algo en el porte de Marcela, en su forma de hablar, en sus movimientos que provocaban una atracción sutil y profunda al mismo tiempo. Si bien las conversaciones eran banales, Sol las disfrutaba mucho...y Marcela se estaba acostumbrando a la presencia de la mujer en su casa, tanto que dentro de la banalidad de los temas trataba de estirar la conversación para que Sol no se fuera tan pronto.
Algunas veces cuando Sol entregaba a Coqui las manos de ambas mujeres se rozaban...Sol se ponía inevitablemente nerviosa, porque aquella mujer le estaba gustando y temía que se diera cuenta...no quería poner en riesgo su trabajo. Sin embargo un día se preguntó si Marcela no buscaba ese contacto a propósito, dado que no solo rozó su mano, sino que la miró a los ojos mientras tanto.
Regresó a la portería muy nerviosa ese día, tanto que Roque le preguntó si estaba bien. No quería meterse en problemas. Pero la Sra. Agustini estaba teniendo para ella un atractivo cada vez mas especial.


* * *

Ese viernes al salir del trabajo se encontró con Mecha y fueron a tomar algo a un pub. Mecha no cesaba de hablar de su nueva novia...que por cierto apenas superaba los 30 y pocos años. Marcela fingía un interés que no sentía...Mecha nunca lograría una relación estable, era una mujeriega sin remedio.
- Por cierto que Lucrecia tiene una amiga preciosa y esta sola...he pensado en presentártela...
- No tengo interés Mecha.
- Si la vieras no me dirías eso...no tienes idea de lo bonita que está la chica...a ti te gustaría de seguro. Podríamos ir a algún boliche el sábado las cuatro juntas...seguro que tú hace años que no sales a bailar.
- Es verdad, hace mucho tiempo que no salgo, pero no creo que sea una buena idea Mecha.
- Oh, vamos Marcela...no estarás planeando pasar sola el resto de tu vida. Eso es un final para una novela dramática barata...no para vos.
- ¿Y vos que sabes que es lo mejor para mí?.
- Lo mejor para vos es lo mejor para cualquier mujer....tener compañía, cariño y sexo. Estas desperdiciando tu vida.
- Estoy tranquila.
- No, no estás tranquila...te estás escapando que no es lo mismo, Marcela.
- ¿Escapando de qué, Mecha?.
- De la posibilidad de sentir algo por una mujer nuevamente. Prefieres quedarte sola a sentir de nuevo, a arriesgarte de nuevo a querer. Y me parece totalmente injusto contigo misma. Y también con Juani.
Le dolió oír el nombre de Juani. Marcela llevó la copa de Martini a sus labios y la apuró de un trago...Mecha sabía ser brutalmente franca cuando quería. Pero le estaba diciendo la verdad...lo que Marcela no quería era sentir de nuevo el inmenso dolor que sintió cuando le dijeron que Juani había fallecido. No se sentía capaz de compartir la vida con otra mujer, después de pasar diez años con Juani. No confiaba en poder volver a sentirse tan bien de nuevo...y no quería volver a lo que había sido su vida antes de Juani: conocer a una mujer, ilusionarse, y a los meses darse cuenta que esa relación no funcionaba, terminarla y buscar una nueva relación. Juani le había enseñado que había otra vida posible para una pareja de mujeres.
- Tienes razón Mecha. Difícilmente se de con otra lo que se dio con Juani. No quiero volver a intentarlo.
- Pero sabes bien que Juani odiaría que te quedaras sola por su causa.
- Estoy sola por mi propia elección.
- Tu sabrás...lo que haces con tu vida.
Marcela pidió otro Martini. ¿Perdía algo conociendo a la amiga de la famosa Lucrecia?. No...no perdía nada...mas bien ganaba ocupar una noche de sábado que generalmente eran muy aburridas. Porque si bien sentía una cierta atracción por Sol, no quería arriesgarse...no tenía modo de saber si Sol compartía o no su preferencia sexual, y de no compartirla lo que menos quería era quedar en evidencia ante sus nuevos vecinos.
- Mecha...combina algo para este sábado. Sin compromisos. Si me aburro me voy del lugar y no aceptaré pataletas de tu parte.
- Lo prometo...ni un solo comentario..Si no te gusta te vas con cualquier excusa.
- Bien.


* * *

- Vamos Sol...acompáñanos - pedía Olga con voz lastimera.
- Estoy muerta del cansancio ¿se olvidan ustedes que estuve hasta las ocho en el edificio?.
- Justamente por eso...si no sales nunca terminarás verde de tanto estar en ese edificio Sol - dijo Elsa. Elsa y Olga eran pareja desde hacía un buen tiempo, y habían sido amigas de la pareja Estela - Sol mientras duró. No se llevaban muy bien con la nueva pareja de Estela, así que la amistad con Sol se había visto reforzada. Era sábado en la noche e intentaban convencer a Sol de acompañarlas a ir a bailar a algún boliche de ambiente.
- Siempre te ha gustado bailar, ahora que no tienes porque privarte no vas...¿quién te comprende mujer?.
Sol sonrió. Era cierto lo que Elsa decía...con Estela no podían ir a ningún lugar, porque enseguida bufaba de celos si otra mujer la miraba. Y al final fue Estela quién la dejó por otra, así de irónica es la vida.
- Esta bien...me cambio y vamos...esperen un rato.
- Claro, seguimos tomando mate mientras tú te hermoseas.
- Pues tomarán mate largo rato si eso esperan - gritó Sol desde el dormitorio. Sacó una camisa azul y un jean negro del ropero. Mientras se vestía se dijo que las caminatas con los perros le estaban viniendo bien, había logrado librarse de un par de kilos desde que estaba en el edificio. Cepilló el cabello, que usaba con un tono rubio cenizo y en una melena carré. Un poco de color en los labios, un toque de sombra en los ojos y estaba completo el maquillaje...nunca le había gustado mucho pintarse. Tomó una chaqueta del ropero por si hacía frío y salió del dormitorio. Elsa lanzó un pequeño silbido y se puso de pie.
- Bueno...si hoy no te conseguimos novia no sé cuando será el día.
- Vamos, no sean tontas...que me avergüenzan.
- Que va Sol...te ves linda. La soltería te sienta bien. No le hagas caso a Elsa y diviértete todo lo que puedas sin ennoviarte.
- ¿Conque con ganas de estar soltera tú?.
Intuyendo que se venía una de esas tormentas de verano entre Elsa y Olga, Sol respondió antes que Elsa tomar la palabra.
- Vamos, vamos...que sino se nos hará tardísimo y no podremos entrar.
- Anda, ni que hubiera tantas lesbianas en esta ciudad.
- No sé si en la ciudad...pero en ese boliche siempre esta lleno - respondió Sol. Las tres mujeres salieron en busca de un taxi.


* * *

Marcela pasó primero por casa de Mecha, para luego ir a buscar a Lucrecia y a su amiga. Josefina, la amiga de Lucrecia resultó bonita. My bonita. Una morocha de 30 años que parecían bastantes menos, con un cuerpo mas que atractivo, trabajado sobre la base de gimnasio, además de adecuadamente mostrado por lo corto de la minifalda y lo ajustado del top negro, ojos verdes contrastando con un cabello intensamente negro, y una piel sorprendentemente blanca para ese color de cabello. A Marcela no se le pasó por alto la mirada de admiración de Josefina al ver el Citroen Xsara gris perla que ella había adquirido hacía pocos meses....mas que de admiración notó algo que no terminó de definir sino hasta después de un rato de conversación.
- Bueno...ella es Marcela....esta es mi Lucrecia...y ella es Josefina - presentó Mecha, pues ambas mujeres se habían bajado del auto antes que las chicas llegaran. Josefina besó a Marcela en la mejilla, deteniéndose un poco a propósito, como para que la otra mujer sintiera su perfume. Mecha y Lucrecia se sentaron atrás, mientras Josefina se instaló junto a Marcela.
- Creo que Mecha no fue sincera conmigo al decirme tu edad - comentó Josefina. Marcela, sin distraerse, preguntó de modo distraído.
- ¿Por qué?.
- No puedo creer que tú tengas mas de 40 años.
Marcela sonrió vagamente. Si había algo que detestaba eran los falsos halagos. No se veía vieja...pero tampoco se veía ya como una mujer de 40 años o menos. No tenía empacho con su edad.
- Tengo mas de 50 años Josefina.
- No tendrías que decirlo Marcela, te juro que no te notan....te ves divina.
Definitivamente esa chica no le caía bien. ..pero no podía escaparse ahora después de cruzar un par de frases, Mecha la tildaría de pretenciosa e impaciente. Llegaron al boliche, como era temprano pudieron tomar una mesa. Mecha y Lucrecia fueron a la barra por bebidas, dejando solas a Josefina y Marcela. Josefina encendió un cigarrillo y le extendió la cajilla a Marcela, que negó con la cabeza.
- No fumas...que bueno.
- Fumé un tiempo, luego lo dejé.
- Pensé que fumarías...todas las mujeres que ocupan cargos de responsabilidad son por lo general fumadoras.
- ¿Y tú como sabes de mi trabajo?.
- Mecha le ha comentado algo a Lucrecia, y Lucrecia a mí. Por eso pedí que nos presentaran.
- Ajá...supongo que no solo te interesaría conocerme por mi trabajo.
- No, claro que no...pero me fascinan las mujeres independientes, fuertes, que progresan en su profesión. Además siento fascinación por las mujeres maduras...eso me impulsó a querer conocerte. Digamos que ustedes las maduritas no se dejan ver con facilidad en el ambiente.
- Es que después de cierta edad casa andar de boliche en boliche, Josefina. Además las de mi edad generalmente ya han tratado de formar una pareja mas o menos estable.
- Una gran pena, porque nos quitan a las jóvenes la oportunidad de aprender de vuestra experiencia. La combinación ideal es madurez y juventud.
- ¿Combinación ideal en que sentido?.
- Nosotras las jóvenes necesitamos protección...ustedes las maduras necesitan alguien que les haga recordar que están vivas. Sentir una piel fresca cerca del cuerpo...una amante fogosa y dispuesta a...
Marcela no podía creer el descaro con que Josefina planteaba su propuesta. Directamente le estaba proponiendo ser su amante a cambio de protección, se sobreentiende que económica. Bebió un sorbo de su Martini, realmente fastidiada por la idea de Mecha de presentarle a una...pequeña prostituta.
Paseo la mirada por el boliche, ya totalmente ajena a la conversación de Josefina. En la barra vio a Sol. Fijó la mirada para asegurarse que se trataba de la portera de su edificio....si, claro que sí, era Sol...con esos jeans negros ajustados y la camisa azul se veía muy diferente...con el cabello prolijamente peinado en lugar de atado se veía diferente. Apuró su Martini, se puso de pie sin importar que Josefina aún estuviera hablando, y fue hasta la barra. Se sentó junto a Sol, quién la miró indiferente primero y luego francamente sorprendida.
- Hola Sol.
- Hola Marcela.
- ¿Tomas algo?.
Tan sorprendida estaba Sol por ver a Marcela allí, como Marcela de encontrarse haciendo esto...abordar a una mujer que apenas conocía en una barra e invitarla a tomar algo. Culpa del Martini....o de la conversación tonta de Josefina...o de la propia Sol por estar tan diferente. O culpa de todo ese juego de miradas y roce de manos que venían jugando desde hacía unos cuantos días. Encontrarse en ese lugar era como tener una confirmación que ambas deseaban desde que comenzaron a sentirse atraídas.
- Estoy tomando cerveza...en realidad no tomo mucho.
- Entonces permíteme acompañarte.
- Yo no sabía que vinieras a estos bares...
- Di mejor que no imaginabas que yo fuera lesbiana.
- La verdad no.
- ¿Por qué?.
- Nunca antes había visto a una de tu edad....ustedes no se dejan ver fácilmente.
- Será porque tenemos mas temores que las mas jóvenes.
- No soy mucho más joven que tú. Tengo 43 años.
- Eres diez años menor que yo. Aunque no creas eso influye bastante. Probablemente tus padres tenían menos traumas que los míos con este tema.
- Quizás. De todas maneras no dejo de estar sorprendida.
Marcela se preguntó que estaba haciendo...estaba descubriendo ante la portera de su edificio su lesbianismo. Bien sabida es la fama de los porteros de no poder guardar un secreto. Se había mudado a ese edificio hacía menos de un mes. Pero por esa noche no quería pensar en riesgos, ni en nada, y pensando lógicamente era mucho mas riesgoso para Sol que su opción se conociera en el edificio.
- ¿Bailas? - le preguntó a Sol. En ese boliche pasaban música tropical. Sol la miró, como dudando que una señora como Marcela supiera bailar ese ritmo. Marcela comprendió enseguida, así que sonrió y tomándole la mano dijo.
Mira que sé bailar bastante bien...creo que deberías dejar que te lo demostrara.
- Bien, eso lo veremos respondió Sol. Se pusieron en pie y fueron hasta la pista de baile. Marcela se dispuso a guiar a Sol....sorprendiéndola porque realmente bailaba bastante bien, y sabía marcar el ritmo a su compañera. Mientras bailaban Marcela recordó el viejo dicho de Mecha sobre formas de bailar y formas de hacer el amor....y se encontró preguntándose cómo sería Sol en la cama. El pensamiento la sorprendió totalmente, porque desde hacía mucho que no se preguntaba eso acerca de una mujer. Bailaban lo suficientemente cerca como para sentir el perfume suave que Sol estaba usando, como para que el cabello de la mujer rozara su mejilla cuando movía la cabeza...era suave. Después de un rato empezó a sentirse cansada...se notaba que hacía mucho tiempo que no bolicheaba. Sol lo notó, así que haciendo un pequeño alto comentó.
- Estoy cansada...¿quieres que vayamos a una de las mesas?...ahora están casi todas libres.
- ¿No hay problema si tomamos una?.
- No, aquí no hay reservas...si las otras están bailando nosotras podemos usar una de las mesas.
Se sentaron una frente a la otra. Las miradas de ambas se cruzaron, y Sol sostuvo la mirada de Marcela...se quedaron viendo a los ojos, hasta que alguien saludó a Sol, quién volvió la cabeza para ver quién era y saludar con un ademán distraído.
- ¿Y qué dices?. ¿Sé o no bailar?.
- En realidad bailas bien. Pensé que este tipo de música no sería de tu agrado.
- Digamos que no me agrada escucharla, pero si aprendí a bailarla. Hace tiempo solía venir seguido a bailar. Después perdí la costumbre.
Marcela no quiso ahondar en detalles, ni explicar que la fanática del baile era Juani, que no podía pasar mas de dos semanas si no iban a algún lugar juntas.
- Pues que bien. Yo siempre disfruté del baile, pero nunca fui muy bolichera.
- De pronto porque no te acompañaban.
- Probablemente era eso. A mi ex no le gustaba venir a boliches. Temía que yo mirase a alguien más.
- ¿Y por qué se convirtió en tu ex?.
- Porque fue ella quién miró a alguien más. Vaya ironía ¿verdad?.
- Realmente.
La música cambió y Marcela notó que ese ritmo le gustaba mucho mas a Sol, así que se puso en pie...tenía ganas de bailar como en los viejos tiempos.
- ¿Seguimos?.
- Claro.
Mecha miraba desde lejos la escena, totalmente sorprendida de la actitud de Marcela, quién totalmente ajena a la mirada de su amiga, a Lucrecia y a Josefina se descubría a sí misma disfrutando muchísimo de la compañía de Sol. Cuando el tono de la música pasó a ser meloso, y muchas de las mujeres se fueron a la barra, Sol y Marcela quedaron un poco perdidas en medio de la pista. Marcela hizo entonces lo que había hecho a lo largo de toda esa noche: dejarse llevar por la situación. Enlazó la cintura de Marcela con su brazo, la acercó un poco y murmuró:
- ¿Seguimos bailando?.
Como respuesta Sol pasó sus brazos detrás del cuello de Marcela. Mientras "Unforgettable" sonaba en el pequeño boliche, ambas mujeres bailaban muy lento, casi pegadas...la distancia entre ambas era muy pequeña. Sol sentía un cosquilleo recorriendo su cuerpo, mientras Marcela se sentía extrañamente aturdida. El siguiente tema "Lost in your eyes"...Sol tomó una pequeña distancia para mirar directamente a los ojos de Marcela mientras bailaban...perdiéndose una en la mirada de la otra. Sol no podía creer que estuviera allí bailando con Marcela...que por una simple decisión tomada a instancia de la presión de Elsa y Olga estuviera ahora en brazos de Marcela bailando tan cerca la una de la otra...actuando como si no existiera nada mas que ellas dos, la música y esa mirada....perderse en esos ojos castaños era como hundirse en un lago de aguas calmas. Sentía ganas de besarla, y al mismo tiempo temor de quebrar esa especie de magia entre ellas.
Elsa y Olga le hicieron un ademán desde lejos, indicando que se irían. Marcela notó el movimiento de Sol al fijarse en sus amigas, y aflojó un poco el abrazo.
- ¿Tienes que irte?...
- Mis amigas se van, pero yo podría quedarme. - respondió Sol, tratando de recuperar aquel momento mágico que estaban teniendo. Marcela recordó que estaba comprometida a llevara Mecha y cía a casa. Se llamó tonta por haberse comprometido...aunque al mismo tiempo pensó que indirectamente le debía Mecha el estar allí esa noche.
- Sol...no podré llevarte...es que vine con unas amigas y estoy comprometida a llevarlas.
- Esta bien Marcela...no tenías por qué hacerlo.
- Pero quería hacerlo - respondió Marcela, tomándole la mano. Sol sonrió, mirándola a los ojos.
- Y yo lo sé. Y no faltará oportunidad para que lo hagas. Debo irme.
Se miraban....en realidad no tenían ganas de separarse. El temor de ambas era quebrar ese clima especial. Sin embargo Sol se separó de Marcela para irse con sus amigas. Y Marcela buscó a Mecha, quién estaba con Lucrecia en la barra. Josefina estaba en medio de la pista bailando con otra mujer de un modo muy acaramelado.
- Al fin regresas....para negarte a venir no has tenido mala labor de conquista.
- Vamos Mecha, no bromees...¿nos vamos?.
- Iré a buscar a Josefina - dijo Lucrecia. Minutos después regresó sola, porque Lucrecia no se iba a ir con ellas. El viaje de regreso fue algo silencioso...Marcela no tenía deseos de hablar. Y Mecha y Lucrecía venían en su propio mundo en el asiento de atrás de Citroen.
Coqui esperaba detrás de la puerta cuando Marcela abrió la puerta. Dio toda suerte de saltos para atraer su atención, así que Marcela se instaló en un sillón para poder brindarle caricias a Coqui...y pensar. Pensar en lo acontecido esa noche...en la forma en que había abordado a Sol, que se le había antojado tan natural....nada había pasado entre ellas, sin embargo la sensación de Marcela era que podía haber pasado todo, de no haberse quebrado el encanto. ¿Acaso ella misma no le había dicho a Mecha el día anterior que no quería volver a sentir cosas por una mujer?. Era engañarse a sí misma decir eso...porque sentía cosas por Sol. Cuando menos sentía una gran atracción hacía esa mujer. Tan diferente de Juani. Y tan joven.


* * *

Marcela llamó a la oficina para decir que llegaría mas tarde. Quería ver a Sol. Conversar con ella. Así que bajó con Coqui mas o menos a la hora en que Sol salía a pasear al cocker del 601. La encontró saliendo...había calculado bien el tiempo. Sol le dedicó una sonrisa que hizo que una extraña sensación se apoderara del interior de Marcela, quién le sonrió a su vez.
- Hola...¿no trabajas hoy?.
- Iré un poco mas tarde...en realidad quería hablar contigo.
- Ah...claro...¿cruzamos?...a Joey le gusta pasear por el pasto dijo Sol, nerviosa por la seriedad que intuía en las palabras de Marcela. Ambas cruzaron llevando a los perros. Como era temprano había poca gente caminando por la rambla, si pasaban muchos vehículos de gente que iba a sus trabajos.
- Sabes Sol...me gustó mucho lo que pasó entre nosotras el sábado. No sé que fue, pero sé que me gustó....y que tenía una sensación muy especial dentro de mí. Una sensación de...magia...y eso, cuando tienes mi edad, no esperas volverlo a sentir.
- Marcela, por favor....se nota que no te ves al espejo...
- Sí, sí me veo, te lo aseguro...y sé que no tengo el cuerpo de una mujer joven. Sé que tengo mas de 50 años....pero también sé lo que me haces sentir....me haces sentir bien, con ganas de enamorarte. Y como no tengo edad para jugar....te lo planteo Sol.
Sol se volvió un poco para poder mirar a Marcela a los ojos. Tenía ganas de besar a Marcela allí, en la calle, sin importar los escasos paseantes de esa hora de la mañana. Le sonrió mientras decía:
- ¿Qué me está proponiendo Sra. Agustini?.
- No lo sé...haz tú la propuesta....¿qué hacemos con esto que nos pasa?.
- Yo digo que lo intentemos.
- ¿Intentarlo? repitió Marcela, fingiendo no comprender las palabras de Sol.
- Intentemos una relación Marcela. Me gustas mucho, muchísimo para ser mas exacta. Tampoco pensé que podrías atraerme ya que siempre me he fijado en mujeres mucho menores que yo, pero ha sucedido. Te atraigo también....nos gustamos. Nada nos impide intentarlo.
Se miraban a los ojos...ahora era Marcela quien sentía deseos de besar a Sol, de apretarla en sus brazos. Joey y Coqui esperaban sentados, como mudos espectadores. Con la mano libro rozó la mano de Sol.
- ¿Cenas en mi casa esta noche?.
- Muy bien...pero yo llevo el vino.
- Claro...¿a las 9?.
- Bien...de acuerdo, a las 9.


* * *

Sol se esmeraba en arreglarse...tuvo que pedirle a Olga que le trajera algo de ropa, porque no tenía tiempo de ir hasta su casa. Se baño en la portería, se puso la camisa de seda azul, los pantalones gris elefante y el sweater negro que Olga trajera. Después de arreglarse fue a comprar el vino, y a las 9 en punto estaba tocando el timbre en casa de Marcela.
Marcela tardó unos segundos en abrir, distraída chequeando su imagen en un espejo...sí, ese vestido negro le sentaba bien...no se veía excesivamente elegante. Estaba nerviosa...se sentía como una chica en su primera cita...había olvidado esa sensación de tener el estómago apretado.
- Hola.
- Hola...pasa...dame la botella dijo Marcela, mientras iba a la cocina a poner el vino en la heladera. Regresó nerviosa...era ridículo sentirse nerviosa, sobre todo si pensaba en las muchas veces que había conquistado a una mujer antes.
Sol se había sentado en el sofá de cuero azul, y Marcela se sentó a su lado. Muy cerca...se miraban azoradas. De pronto Sol empezó a tentarse de risa.
- ¿Qué pasa?.
- Míranos...estamos super nerviosas....como si tuviéramos quince años...
- Sí, es verdad...
- Es tontooooooo....pero me encanta sentirme así contigo.
- ¿Ah, sí? respondió Marcela, acariciando el cabello de Sol, quién giro la cabeza para que la caricia le abarcara también la cara. Marcela se acercó y pronto sus labios se unieron en un beso suave, muy dulce, muy tierno. Que las dejó mas nerviosas aún...la mano de Sol pasó detrás de la nuca de Marcela y la acercó de nuevo a su boca, para besarla...para besarse de nuevo, esta vez de modo menos tierno...mas apasionado.
La mano de Sol se apoyó sobre la pierna de Marcela, acariciándola...en otras circunstancias Marcela hubiese pensado que era demasiado pronto, pero ahora no...no se puso a pensar si era pronto, o si era el momento adecuado, sino que dejó que Sol le acariciase, mientras besaba el cuello de la mujer...sintiéndose arrebatada cómo cuando era mucho mas joven. Sentía la mano de Sol subir por su pierna, hasta que con la punta de los dedos rozó su sexo y sintió un estremecimiento...deseaba a esa mujer, cómo la estaba deseando.
- Te deseo le dijo al oído, deteniéndose un momento en su labor de besarle el cuello. Sol le susurró al oído.
También yo. Quiero amarte.
Vamos al cuarto entonces....
¿Y la cena?.
No te preocupes...vamos dijo Marcela, tomando la mano de Sol y llevándola al cuarto. Una vez allí, una frente a la otra se volvieron a besar apasionadas. Marcela le sacó el sweater a Sol, para poder desprender la camisa azul...dejando a la vista los senos pequeños y cubiertos por un soutien color blanco muy sencillo. Besó de nuevo a Sol, quitándole la camisa, para luego desabrochar el soutien y liberar lo senos...poco tiempo duró esa libertad, porque la prisión del sujetador se vio suplantada por una prisión mucho mas dulce, la boca de Marcela, que jugueteaba con los pezones con su lengua, pasando de un seno al otro...mientras Sol sentía que ardía en deseo sólo con esas caricias...pero no quería apurar a Marcela, quería dejarla hacer...dejarse amar. Marcela detuvo su agradable labor en los senos para poder desabrochar el pantalón y dejarlo caer...ahora Sol estaba frente a ella solo con el calzón blanco, las medias y los zapatos...la dirigió hacia la cama, la hizo sentar en el borde, le quitó los zapatos y luego las medias....comenzó a besar desde la punta de los pies a Sol, subiendo por la pierna, intercalándose de una a la otra, deteniéndose en la zona interior de los muslos...muy cerca del elástico del calzón...percibía desde esa posición el olor de Sol...el olor a mujer excitada...ese olor que siempre provocaba que ella misma se excitara. Tiró del elástico y bajó el calzón por las piernas dejando al descubierto su principal objetivo...el sexo de Sol. Un sexo de labios abultados, depilado, húmedo...ávido de caricias...Marcela besó el sexo de Sol como si se tratara de una boca, para luego buscar con su lengua el clítoris...cuando sintió a Sol estremecerse supo que estaba en el lugar indicado...presionó con su lengua la pequeña protuberancia, para luego lamerla rítmicamente...Sol empezó a gemir, sintiendo que hervía...la lengua de Marcela tentó entrar en su vagina, entró, la recorrió para luego concentrarse de nuevo en el clítoris...Sol sentía que el orgasmo venía, lento, apoderándose de sus entrañas....tensionando mas y más hasta que estalló en contracciones harto placenteras...mientras la humedad brotaba incontenible del interior de su sexo. Marcela detuvo su trabajo y besó los muslos, subió por el vientre hasta los senos, los besó delicadamente y luego besó a Sol en la boca, profundamente, apasionadamente...Sol la apretaba contra sí.
Quiero verte....
¿Qué? dijo Marcela...dándose cuenta que aún llevaba la ropa puesta.
Quiero verte...desnúdate para mi.
Se puso de pie junto a la cama...corrió el cierre del vestido y lo dejó caer junto a la cama. Sol vio el cuerpo de Marcela....el cuerpo de una mujer madura. Con un poco de vientre...los senos un poquito caídos...y le gustó. Le gustó aún con lo que se podían calificar de defectos...le gustó porque deseaba a esa mujer tal como era. Se sentó en la cama, tomo las manos de Marcela y la atrajo, invitándola...Marcela se acostó al lado de Sol, quién comenzó a besarla prolijamente por todo el cuerpo...deteniéndose en los senos, los cuales lamió y chupó hasta que se pusieron tensos y con los pezones erectos...besó el vientre, acercándose a la vagina de Marcela...besó los muslos, muy cerca de la vagina...haciendo que Marcela sintiera arder esa zona, que deseara meterle la cabeza entre sus piernas....cuando al fin la lengua de Sol dio la primer recorrida sobre el sexo de Marcela esta emitió un profundo suspiro...la lengua de Sol era muy rápida, encontró el clítoris y estuvo un rato jugando con él, para luego entrar y salir rápidamente de la vagina de Marcela imitando una penetración...el orgasmo de Marcela fue largo y fuerte...la dejó transpirando y con el corazón latiendo tan fuerte que Sol podía sentirlo desde su posición. Se fue junto a Marcela, quién estiró los brazos para acogerla en su seno...mientras se recuperaba...estuvieron un rato en silencio, solo disfrutando de estar abrazadas, del aroma de sus cuerpos.
- Sol...
- ¿Sí?
- Gracias.
- ¿Por qué?.
- Por llegar en el otoño de mi vida a iluminarme...y hacerme sentir de nuevo así...por hacerme pensar que es posible volver a sentir cuando yo creía que no podría sentir nada mas.
- No me des las gracias Marcela....aún nos queda mucho por vivir y por construir juntas...vos y yo, si lo quieres.
- Claro que quiero...claro que quiero...


* * *

Un año después Sol pudo volver a instalar su peluquería en un local del centro de la ciudad. Al año y tres meses se mudó con Marcela. No veían mas necesidad de vivir separadas por lo que pensaran en el edificio, ahora que Sol no dependía económicamente del consorcio. Llevaban una relación tranquila, muy unidas...cada vez que Marcela miraba a Sol no podía creer que esta hubiera llegado en el otoño de su vida, a iluminarla tan plenamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A quién corersponda: he intentado comunicarme con ustedes por el e-mail que aparece en este blog sin obtener respuesta.
Mi nombre es Mariela y me gustaría que, tal como lo declaran en vuestro blog, den la autoría correspondiente a este relato, que es mío, y que ustedes han extraído completo de mi web de www.relatoslesbicos.homestead.com sin hacer mención en ningún lugar del mismo.
Muchas gracias.